Hay quien dice que las victorias sufridas son las que saben mejor. De ser cierto, ElPozo seguramente seguirá todavía de celebración pues ayer se impuso al Barça con 3-1 en un choque en el que de sufrir supo mucho pero en el que también demostró saber recomponerse. Actitud o fe, que lo llaman algunos. El conjunto de la capital del Segura obtuvo, además del premio de los tres puntos, el regalo de desbancar a los azulgranas del segundo puesto en la liga. No se puede pedir más.

En lo que se refiere al encuentro, sería justo apuntar que en la primera parte el cuadro local apenas inquietó salvo en el último tramo. El dominio de los primeros diecisiete minutos fue del Barça, que tuvo ocasiones de todas las que se le puede pedir a un equipo que busca llevarse la victoria. Sin embargo, la eficacia fue nula y los pupilos de Andreu Plaza se encontraron unas veces con el palo, otras con malos disparos a puerta y otras con un espectacular Fede que iba a cuajar uno de los partidos de su vida. Excelso en su actuación, el meta valenciano fue el mejor de los suyos en el primer tiempo, hecho significativo que no dice mucho del juego de su equipo.

Muy erráticos en el pase y atascados en la elaboración de un juego que se veía atropellado, ElPozo confiaba su suerte a la magia de Pito y al ímpetu de Álex. No fue suficiente. El Barça, más compacto y jugando como un bloque, recuperaba muy arriba el balón, encontraba huecos en la defensa del rival y seguía poniendo en aprietos a un Fede que ha opositado con claridad a la titularidad de la meta de ElPozo. Bendito problema el de Duda.

Tras verse sometidos a un bombardeo pocas veces visto en el Palacio y del que milagrosamente salieron ilesos, los jugadores del cuadro murciano decidieron que aquello sí iba con ellos y dieron un paso al frente. Habían dejado hacer a su rival y éste no lo había sabido aprovechar, así que llegaba su turno. En un arreón final, en los últimos instantes del primer tiempo, ElPozo volvió a enamorarse de la pelota y sedujo al público con varias llegadas, todas ellas concentradas en poco tiempo, que muy cerca estuvieron de deshacer las tablas en el luminoso. La suerte, equitativa, no estuvo de su lado al igual que no lo había hecho con anterioridad con el Barça, así que los equipos tomaron el camino de vestuarios con el marcador atascado en el empate a cero inicial.

El despertar de ElPozo

El despertar de ElPozoEl segundo acto comenzó con el Barça haciendo jugar a ElPozo en su campo. Los azulgranas disfrutaron de una doble ocasión de esas que terminan en gol nueve de cada diez veces pero no lograron perforar una portería que se les había hecho minúscula. El susto despertó del letargo a los jugadores de ElPozo y casi el para el corazón a unos aficionados que se temían que el partido siguiera el guión de la primera parte. Esta vez la película daría un giro y los de Duda, jaleados por un Palacio que casi cuelga el cartel de `no hay billetes´, recuperaron la senda del juego entre compañeros.

Con el empujón para la moral que supone verse arropado por más de seis mil aficionados, los locales se estiraron sobre la pista, acumularon oportunidades y consiguieron adelantarse tras un disparo cruzado de Andresito que pasó entre un bosque de piernas antes de alojarse en el fondo de las mallas. Se había roto el encuentro.

El tanto aumentó la tensión en el campo mientras que en la grada subieron los decibelios. Espoleados por los seguidores, los de Duda se dieron al encanto de las combinaciones y, en una de ellas, Pito hizo el segundo de la mañana con otro disparo cruzado. El éxtasis se apoderó del Palacio, pero al alegría fue efímera. Plaza, ya sin margen, sacó a Dyego de portero jugador y en la primera jugada Joselito recortó distancias. Quedaban cinco minutos por jugarse, algo que equivale a un mundo en el fútbol sala. El Barça se fue a vivir al campo de ElPozo con la misión de no volver al suyo hasta que el marcador reflejase el empate. Volverían de vacío. Con una muy buena defensa, ElPozo supo contener a un rival desesperado y, además, hizo el tercero por medio de Álex cuando el partido moría. Fue la guinda a un triunfo que vale más de lo que refleja el resultado y lo que supone para la liga, una victoria trabajada, sufrida y que deja grandes sensaciones para afrontar lo que queda.