Ser fiel hoy en día en el deporte es muy difícil, pero también lo es sobrevivir en un club de altas exigencias. ElPozo Murcia tiene en su filial a tres jóvenes que cumplen estas dos premisas. Llegaron a la cantera en edad prebenjamín, con seis años, y ahí siguen, alternando el filial de Segunda con algunas convocatorias con la primera plantilla. Llegar hasta la cima en un club como el murciano, instalado entre los mejores de España, es una tarea complicada por la alta competencia, pero Antonio José Cámara Tovar, José Manuel Martínez Marín 'Josema' y Darío Gil Campoy, que no han defendido otra camiseta en sus vidas, salvo de la selección española y murciana, se han empeñado en ello.

Cámara es un cierre de 20 años que estudia Medicina en la Universidad de Murcia y que ingresó en ElPozo después de apuntarlo sus padres a las escuelas del pabellón Cagigal que dirigía el brasileño Guaiba, ex preparador de porteros. «A mí y a otro chico nos dieron la posibilidad de jugar en las bases de ElPozo y nos llevaron a Aljucer», recuerda sobre sus inicios este joven de Murcia que fue internacional sub-18. A Cámara le gusta la competencia que existe en el club porque «aprendemos mucho más. Entrenamos casi a diario con gente que es mejor, y eso te ayuda a avanzar más, además de que tenemos muchos medios a nuestro alcance», y aunque sabe que «es muy complicado ser jugador del primer equipo, es muy estimulante ver que hay compañeros que llegan. Aquí es difícil pero no imposible como ocurre en otros clubes, donde solo fichan a base de talonario y no apuestan por la cantera».

Josema es de Aljucer y también empezó en prebenjamines, con seis años. Este ala cierre tenía como referente a su hermano, Julio Alberto, quien también jugó en ElPozo y que se tuvo que retirar joven tras sufrir un accicente. Ahora, con 19 años, está en su primer año sénior y debutó en Segunda con el filial cuando tenía solo 16. «Llegué al club por mi hermano, que conocía a Miguel Sánchez. Empecé con él en las escuelas y aquí sigo», recuerda el jugador, que debutó en Primera hace unos meses en el encuentro ante el Gran Canaria que acabó 9-1. «Es bonito ver que el primer equipo tira de la cantera. Eso hace que todos veamos posible llegar a Primera», dice, para admitir también que en varias ocasiones ha recibido ofertas para marcharse, pero que nunca ha querido cambiar porque «a la gente del filial nos cuidan y ese es uno de los pilares del club», añade.

Acostumbrado a los retos, ahora ha iniciado los estudios de Derecho en la UMU: «Voy compaginando bien deporte y estudios, pero lo cierto es que es muy complicado porque hasta dos y tres veces a la semana doblamos, ya que entrenamos con el filial y con el primer equipo».

Darío Gil es un ala cierre de La Ribera de Molina que está en primer curso de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la UCAM. Como en el caso de Cámara y Josema, lleva toda la vida en ElPozo Murcia: «Empecé en las escuelas del colegio, donde un entrenador me animó a que me presentara a las pruebas de ElPozo. Y me quedé. Desde entonces me han llamado muchas veces para que me fuera a jugar a Molina, pero yo siempre he querido estar aquí, que es el mejor sitio».

Después de cinco temporadas en el filial y de haber jugado ya en el actual curso nueve partidos con el primer equipo -ya no podrá volver a hacerlo porque le impediría volver al filial-, sabe que el próximo verano tendrá que tomar una difícil decisión: «Llegar al primer equipo es muy complicado, pero es cierto que en un club como ElPozo siempre hay esperanzas. Pero si este verano no tengo la oportunidad de dar el salto, tendré que buscar algún club de Primera División. Solo me queda esta temporada de contrato, pero me gustaría seguir en ElPozo toda la vida», termina diciendo.