El Real Murcia ha contado con buenos porteros en lo que va de siglo. Desde Alberto Cifuentes, pasando por Javi Jiménez, hasta incluso los más tapados por los focos como Diego Rivas o Simón. Su puerta siempre ha estado a buen recaudo. A día de hoy, la línea de la franja está al cuidado de Biel Ribas, con amplia carrera en el panorama nacional, y consumado especialista. El portero de Palma ha cumplido esta semana los 32 años sin haber jugado nunca en el Real Mallorca, ya que su cuna futbolística comenzó en el Espanyol. Aún siendo internacional en la sub-19 (Campeón de Europa) y sub-20 nunca ha podido afincarse en Primera, siendo más jugador de Segunda División, motivo por el que Deseado Flores lo fichó este verano. Cumple las condiciones que tienen los numerosos porteros baleares ( Bagur, Caldentey, Prats, Bermell, Gost?) y en la casi centenaria historia grana, se convierte en - salvo error u omisión- , en el cuarto portero de las Islas. Unos con mayor porcentaje y otros casi nominal, pero todos formando del inacabable, y curioso testamento del Real Murcia.

Pedro Caldentey inauguró esta estadística (1928, Sant Llorenç des Cadassar) y, seguramente, uno de los mejores guardametas que ha dado la prolífica cantera parmesana. Formado en el Cardassar, y en el Escolar de Capdepera, jugó en el Mallorca (1949-52) hasta que dio el salto al Barcelona para ser el tercer portero tras Ramallets y el murciano Velasco, que era de Alquerías. No es extraño, por tanto, que solo disputara dos partidos oficiales, uno cada año, lo que le permite ser Campeón de Liga, Copa y Eva Duarte. A mitad de la 53-54 pasó a defender al filial blaugrana, mást tarde el España Industrial, y en el 56 llega al Real Murcia, debutando en la jornada doce y haciéndose con el puesto a costa del donostiarra Echezarreta. Disputó los 19 partidos de Liga y los diez de la Liguilla de Promoción que lanzaron al Real Murcia a Segunda División, a costa del España Industria (donde jugaría al año siguiente como Condal, único caso donde un filial se desliga del nodriza para jugar en la misma categoría) y el Zaragoza. Caldentey abandonó la capital del Segura para fichar por el Oviedo y luego colgó los guantes, donde comenzó, en Mallorca (62-63). Falleció muy joven a los 47 años.

Bartolomé Bennàsar (1956, Lloseta) fue el segundo portero balear en la entidad grana. Formado en las categorías inferiores del Club Deportivo Altura, de Lloseta, en edad juvenil pasó a la UD Poblense, desde donde fue traspasado (1974-75) al Zaragoza, donde no pudo debutar en Primera. En Cartagena ( 78-79) volvió defender los palos y llegó al Real Murcia (79-80), donde disputó los dos primeros partidos de Liga y uno de Copa, frente al Alicante, pero perdió el puesto frente a Tomás Cuenca y, sobre todo, Echevarría. Aunque formó parte del sorprendente ascenso a Primera que logró José Víctor. Al año siguiente, en Primera, solo disputó el duelo en El Molinón ante el Sporting (2-0) y fue donde se lesionó de gravedad. Un año estuvo sin jugar y el Murcia le acabó dando la baja. Recaló en Almería, donde tampoco jugó, y más tarde en el Constancia, el Poblense y el Atlético Baleares en Segunda B para colgar los guantes a los 34 años de edad.

Jacinto Villalvilla (1963, Palma de Mallorca) era el último portero de las Baleares en el Murcia hasta la llegada de Biel Ribas. Y un ejemplo de lo difícil que es jugar en el conjunto grana. Formado en las categorías inferiores del Atlético Baleares, jugó en1981 con el Juvenil Barcelona, donde fue internacional. Circunstancia que hizo que el Mallorca acelerase su fichaje. Cinco temporadas jugó en Palma, alternando con el filial, y desde allí recaló en el Murcia (87-88), como tercer portero tras Amador y Vergara, por lo que para mantener su forma jugó en el Imperial, sin jugar ningún partido oficial con el Murcia. Después se marchó al Rayo y años más tarde (91-99) fue en el Toledo donde consiguió ser reconocido y hacerse un hueco en el fútbol.