No hizo el UCAM grandes alardes para ganar el partido en el Álvarez Claro de Melilla, un auténtico fortín en el que ningún equipo, tras siete jornadas disputadas por los norteafricanos en su estadio, ha conseguido marcar, y por consecuencia, ganar. Eso sí, tampoco merecieron los universitarios perecer en un partido abierto y dinámico, y en el que uno de los pocos acercamientos de verdadero peligro inclinó la balanza para el conjunto local.

La realidad es que, para ganar en Melilla, el equipo que desee hacerlo deberá hacerlo jugando al 200%, premisa que el conjunto que dirige Lluís Planagumá no cumplió. Le faltó quizá algo de constancia al juego universitario, que arrancó bien en los primeros minutos de cada mitad y que, a ráfagas, se iba dejando llevar por el transcurso del juego. Es entonces cuando el Melilla, agazapado, surge entre la maleza para asestar un golpe mortal. Llevó el partido hasta la extenuación con el empate campeando en el luminoso, y cuando más parecía sufrir, marcó Yacine su cuarto tanto del curso para adjudicar un nuevo triunfo a su equipo.

No obstante, el UCAM recuperó, como viene siendo habitual esta temporada lejos de casa, su lado más fiable. Achicó bien los espacios y circuló el esférico con claridad de ideas, pese a toparse con el característico viento melillense en contra. De hecho, no sufrió ni una sola acometida local el conjunto universitario durante la primera media hora de partido, fruto de ese control en el juego y de una presión elevada que precipitaba, en multitud de ocasiones, el error en el pase de los futbolistas del Melilla.

En todo caso, la producción ofensiva no gozó de nitidez. Solo Góngora, aprovechando su característico golpeo directo, disparó entre los tres palos durante esa fase dominadora. Los norteafricanos carecían de control y llegada, pero la poca decisión de los universitarios a la hora de atacar el marco defendido por Dani Barrio animó a los locales. Después de que Urko Arroyo se quedara sin aire en una buena jugada en la que recuperó y pudo disparar, aunque sin peligro reseñable, el Melilla achuchó y embotelló a los de Planagumá. Comenzaron a sucederse los saques de esquina, obligando al UCAM a permanecer en constante alerta durante los últimos compases del primer tiempo. De hecho, Jilmar gozó en el minuto 40 de la primera oportunidad clara de gol. Tras un rechace de la zaga, recogió el esférico lejos de la portería para, con la zurda, sacarse un imponente latigazo -viento a favor incluido- que obligó a Germán a actuar.

El descanso se precipitó cuando mejor le vino al UCAM. Lo que comenzó siendo una buena puesta en escena se diluyó sin que ningún jugador universitario fuera, de forma decidida, a derribar la muralla norteafricana. Tras un primer tiempo desperdiciado, el Melilla intentó mantener su nivel de ritmo y de agobio sobre las líneas universitarias. No querían los de Manolo Herrero volver a sentirse dominados en su feudo, como sucedió en los primeros minutos del choque.

Nada más reanudarse el encuentro, Zelu, con la inestimable colaboración del meta Germán, a punto estuvo de servir un gol cantado a Boateng. El Melilla apretó las tuercas a un UCAM que tenía sus acometidas sobre el área rival, pero se encontraba más maniatado en la elaboración en línea de medios. Vivi desapareció y Jony no aportó, por lo que Planagumá optó por dotar de frescura el ataque. Isi Ros y Arturo lo consiguieron, y de hecho, en el ecuador de la segunda mitad, el UCAM consiguió volver a trenzar jugadas por banda derecha. Quiles, en la más clara de ellas, ejecutó un preciso chut desde la frontal que peló la base del palo.

Pero jugar en Melilla es así, y dejar vivos a los azulinos tiene sus consecuencias. En el mejor momento universitario, en el minuto 80, un envío entre líneas lo recepcionó Rubén Martínez en el costado diestro. El extremo, ex de La Hoya Lorca, ganó en la carrera a Góngora, sirvió hacia el punto de penalti con un pase raso y preciso, y Yacine, ganando por primera vez la partida a los centrales del UCAM, se anticipó para firmar el 1-0 con la punta de la bota. Con poca claridad, pero con rudeza, colocación, y con la particular magia del Álvarez Claro, el Melilla se puso por delante en el marcador en el momento más propicio: con pocos minutos por delante, impidió la reacción universitaria. De este modo, sigue el UCAM sin dar el paso definitivo que le erija como candidato a todo en este Grupo IV. Esta vez, al menos, aprovechó la excusa de tener que jugar en Melilla.