Si ya es dificíl que uno de tus hijos llegue a ser futbolista profesional, que lo sean dos, se antoja casi imposible. Hay casos de hermanos que, como es obvio, además de compartir apellido, comparten ese delirio por el balón.

Carlos y Javier Pérez de los Cobos del Baño, 20 y 17 años respectivamente, forman parte de la cantera del UCAM Murcia. Carlos, el mayor, debutaba la pasada temporada en Tercera División con el UCAM Sangonera para afianzarse, con el paso de los encuentros, como un pilar básico de su equipo en el centro del campo.

Javier, el menor, se ha curtido como promesa del fútbol murciano durante seis años en El Ranero. Pero ahora, es el UCAM el que le brinda la oportunidad de formar parte de un equipo de la máxima categoría a nivel juvenil. Dos hermanos nacidos en Mula y que, tras mamar fútbol por culpa de su padre, sus tíos y su hermano mayor, se refugian bajo el manto azul y dorado del equipo universitario.

Aunque sean varias las influencias, lo que saben hacer sobre el césped lo han aprendido por su cuenta. Ambos ya habían coincidido en las bases del Real Murcia cuando eran mucho más pequeños, pero es ahora cuando valoran el hecho de formar parte de un mismo club, con altas exigencias.

Con expectativas dispares, cuestión obligada por la edad y la distinta categoría en la que militan, ambos demuestran ser tan ambiciosos como realistas. Carlos espera que la temporada que se avecina sea, como mínimo, igual de buena que la pasada. Pese a ser un equipo compuesto por jugadores sub23, el gran trabajo del pasado año le invita a soñar con alcanzar los puestos de play off. Javi, por su parte, tiene claro que desembarca en una categoría nueva para él y en un equipo que espera consolidarse en División de Honor sin sufrimientos. La idea es simple: ganarse un puesto en el once, algo que él mismo prevé como muy complicado.

Lo que sí es común para ambos es su concepción sobre el club: el UCAM es una entidad que da oportunidades. Para Carlos, a día de hoy, por poder compaginar el fútbol con el Grado en Arquitectura; con Javi, por ser el único club de la Región que le ofrece dar el salto desde ya a División de Honor. No obstante, el propio Javi sabe que debe esforzarse en esta pretemporada para entrar con el pie derecho en su nuevo club.

Javi, que en temporadas anteriores ha sido el capitán de su equipo, puede conjugar su capacidad de liderazgo con un golpeo de balón exquisito; Carlos, además de la visión de juego característica de un centrocampista, tiene claro que debedirigir al equipo dentro del campo. Y todo ello, conjugado a partir del compañerismo que consideran que debe primar para el buen funcionamiento de un vestuario.

Ambos tuvieron la oportunidad de brindarse un consejo. Javi, entre risas, instó a su hermano a que tuviera más "mala leche" sobre el césped. Carlos, sin embargo, aparcó el juego en sí para recomendar a su hermano que disfrute del año que se le avecina, el que él considera "más bonito" cuando forma parte de las bases de un equipo.

Javi, a partir de sus carencias, posee la mirada de aquel que tiene clara una máxima futbolística en la mente: juegas como entrenas. Carlos solo mira hacia el siguiente escalón, en el que crecer y mejorar es una obligación. Dos hermanos, una misma sangre, y una clara convicción: lo difícil se consigue, lo imposible se intenta.