Pocos murcianos se extrañan a estas alturas cuando en días de lluvia las avionetas sobrevuelan el cielo de la Región. Esta práctica, que unos se creen a pies juntillas y otros la sitúan en el lado de los cuentos para no dormir por la ausencia de base científica, tendría un fin claro: evitar las precipitaciones. Ayer, pese a que las nubes amenazaban tormenta en Nueva Condomina y el chispeo se alargó durante muchos minutos, Paco García no necesitó llamar al aeropuerto más próximo para que le enviasen una avioneta antilluvia. Tampoco encargar unos cuantos kilos de yoduro de plata para manipular el clima. La solución fue mucho más simple. Solo tuvo que mirar al banquillo y buscar a un Roberto Alarcón que, pese a llevar al cuello la etiqueta de suplente, está empeñado en salvar la papeleta semana tras semana a su entrenador.

El extremo murciano apenas necesitó cinco minutos para destrozar a un Atlético Sanluqueño tan ambicioso como inocente. Saltaba al terreno de juego en el minuto 57, cuando el Real Murcia bastante tenía con llegar a cada acción un segundo después de los jugadores visitantes -no se molesten en releerlo, lo han entendido bien. Ganar la jugada era imposible y competir por el balón, improbable; por ello solo bastaba con no quedar demasiado retratado-, y cinco minutos después ya había protagonizado la jugada que convirtió el desasosiego en tranquilidad. Con más pillería que calidad, Roberto Alarcón lanzaba un ataque no exento de polémica en el que encontró la estimable colaboración de un Javi Saura que maquilló su gris actuación con un gol que deja a los granas a dos puntos del play off.

La estrategia del Sanluqueño de perder el tiempo cada vez que se presentaba la ocasión acabó convirtiéndose en el peor enemigo de los visitantes. Todo ocurrió en el minuto 61. El meta Pedro tiraba el balón fuera para que atendieran a uno de sus compañeros. Lo que posiblemente no esperaban es que el Real Murcia se saltase una ley no escrita y, en vez de devolver el esférico, decidiese lanzarse al ataque. Allí estaba Roberto Alcorcón con las piernas tan frescas como su mente, y más centrado se encontraba Javi Saura. Todo quedó en casa. El centro del murciano lo encontró el molinense, que, sin oposición, entró como una bala por el centro del área para batir a un Pedro que no se creía lo que estaba sucediendo.

La pataleta del Sanluqueño contrastaba con la celebración de los murcianistas, que empezaban a saborear un triunfo que no fue acompañado del buen juego que semana a semana viene prometiendo Paco García. Pero, visto lo visto y teniendo en cuenta la necesidad de los puntos de los murcianistas, pocos, por no decir nadie, pensaba en ese momento en el modelo. Esa obligación, mejor dejarla para otro día, debían pensar. O para otra rueda de prensa del entrenador murciano.

Con el objetivo de fijar una velocidad de crucero para empezar a rozar el play off y con la mirada puesta en el partido de hace quince días frente al Jaén, el mejor de los granas en lo que va de campaña, Paco García apostaba por el ´mismo´ equipo que bailó a los jienenses. Solo el sancionado Fran Morante se caía del once para dejar su sitio a Jaume Sobregrau. Pero de bailar, nada de nada. Y eso que ayer no había espacio para excusas: ni campo pequeño ni césped en mal estado.

Si el pasado mes de septiembre, en un partido copero que ya queda demasiado lejos, el Sanluqueño sacaba los colores al equipo de Paco García; en el día de ayer no perdió la oportunidad de volver a intentarlo. Durante toda la primera parte, con dos líneas muy bien colocadas y con las ideas más que claras, los gaditanos se hartaron de balón, dejando prácticamente inéditos a Javi Saura e Isi, futbolistas elegidos por el técnico grana para encontrar el camino del gol, pero que lo único que consiguieron fue sumar perdidas de balón en sus estadísticas. Tampoco Diego Benito, más ocupado en tareas destructivas que ofensivas, fue capaz de dibujar el arcoíris en el cielo grana.

Mientras el Real Murcia no había salido todavía de la cama, o de la caseta, el Sanluqueño tocaba y tocaba. Daba igual dónde estuviese el balón, allí había un jugador visitante para ganar la partida. Esa intensidad, determinante para que cada acción se quedase en los pies de los los de Falete, se diluía como un azucarillo al entrar en contacto con el café cuando los visitantes se acercaban al área de Diego Rivas. Ahí, aparecía la verdadera cara del Sanluqueño, colista de la categoría, con ocho puntos en su casillero y solo una victoria en lo que va de liga.

Si el guardameta grana no tuvo que perder ninguna vida en la primera parte, tampoco sufrió Pedro. Un disparo cruzado por Titi que se fue a córner tras tocar en un rival fue lo único potable de un Real Murcia que durante muchos minutos dejó esa desagradable sensación de dentera o tiricia que sentimos cuando un tenedor entra en contacto con el plato.

Dos minutos parecían que iban a cambiarlo todo. Borjas Martín tuvo en sus botas la mejor ocasión del partido, aunque Pedro le dejó sin el premio del gol (51´), mientras que Jaume Sobregrau lo intentó a la salida de un córner en la siguiente jugada. El Real Murcia intentaba reconducir la situación y mejorar su imagen. La salida al terreno de juego de Germán y Roberto Alarcón solo podían traer buenas noticias. Y la intuición, femenina o no, no falló. Pero no por la mejoría de los de Paco García, simplemente porque en el minuto 61 Roberto Alarcón regalaría una asistencia a Javi Saura, quien solo tuvo que sacar a pasear su pierna para conseguir su segundo tanto de la temporada.

Los granas salieron de la cama para poner el 1-0 que aseguraría los tres puntos y, como el que solo deja las sábanas para ir al aseo, volvió inmediatamente después a la piltra olvidándose de que todavía quedaban treinta minutos por delante.

El Sanluqueño, por su parte, no estaba dispuesto a volver a casa sin nada positivo e incluso vio como el colegiado le anulaba un gol por fuera de juego, pero el partido acabó ahí.