Posiblemente cualquiera de ustedes se ha encontrado alguna vez con el reto de poner en marcha un electrodoméstico o de montar un mueble de Ikea. ¿Qué hacer ante esa situación? Sacar el manual de instrucciones y no saltarse ni un solo paso, o tirar de imaginación y no morir en el intento. Cualquier opción es válida, siempre y cuando cada pieza acabe en su sitio.

Paco García es más de los primeros. La anarquía no va con el técnico murciano. Con él en el banquillo, sus alumnos están obligados a seguir las normas al pie de la letra. «El modelo es el modelo», repite a sus jugadores cada día en el vestuario. No importa quién sea el rival, ni qué futbolistas estén delante, si se controla el balón, se domina el juego; y si se domina el juego, la victoria está más cerca. Pero, después de dos derrotas y un empate, y de ver el runrún de una grada a la que solo le sirve el ascenso a Segunda División, el técnico del Barrio del Carmen dejaba de lado los corsés para regalar una tarde de fiesta a sus jugadores. Y con anarquía, velocidad y contragolpe, los pupilos del preparador murciano no defraudaron en Nueva Condomina.

Sin atascar el centro del campo, algo de lo que viene pecando el Real Murcia desde el principio de temporada, y con más mala idea, jugadores como Titi, Isi y, sobre todo, Borjas Martín disfrutaron de una tarde en la que solo aparecieron algunos nubarrones en los instantes finales, cuando a los murcianistas -será por la juventud de la que tanto hablan Paco García y Romo- les temblaron tanto las piernas que a punto estuvieron de tirar por la borda lo conseguido en los ochenta minutos anteriores.

Solo el inicio del partido ya decía que algo no iba a ser igual en el planteamiento del Real Murcia. Por primera vez en lo que va de liga, los granas saltaron al terreno de juego sin manual de instrucciones. Si los rivales no importan para Paco García, el Granada B sí importó. El técnico murciano dejó de lado todos sus ideales para competir de tú a tú, y en esas, el balón ya no era tan importante.

La clave estaba en presionar, robar y pisar el acelerador hasta pasar de cero a cien en apenas unos segundos. No sentó mal a los futbolistas el cambio de rol. Con Armando y Diego Benito cerrando el centro del campo, Isi sorprendía en la media punta, mientras que Javi Saura, todavía muy lejos del papel protagonista que debe desempeñar para hacer olvidar a Alejandro Chavero, ganaba espacios al ocupar el extremo, desde donde metía presión Tomás y Corozo. Titi, por la otra banda, y Borjas Martín, con más amigos a su alrededor, confirmaban la soltura con la que los murcianistas sorprendían al filial andaluz.

Los tres primeros minutos fueron más emocionantes que posiblemente todo lo ofrecido por los granas en los últimos tres partidos. Titi, con un centro chut que obligó a estirarse a Pol; y Golobart, desde fuera del área, no dejaban ni sentarse a los pocos espectadores que ayer acudían a Nueva Condomina, pero el encargado de hacerles levantarse y tirarse de los pelos fue Borjas Martín.

Titi convirtió la banda derecha en una pista de aterrizaje, y con todo el camino libre lanzó un balón para que el canario se quedase solo delante del portero. Su primer gol como grana no quiso llegar tan pronto. Su remate acabó en el cuerpo de Pol, que suspiraba aliviado.

Tras el subidón del inicio, las fuerzas se igualaron y el Granada B consiguió encontrar su sitio en el terreno de juego. Pero cuando parecía que los andaluces tomaban el control y empezaban a superar a Diego Benito y Armando, el Real Murcia dio el golpe menos esperado.

La monotonía y la lentitud en el centro del juego que tanto ha aplaudido Paco García en jornadas anteriores daban paso a un contragolpe que llegó a las botas de la persona indicada. Nada más recibir el esférico, Titi no se lo pensó. Su centro no solo fue dibujando una estela en el cielo parecida a la de los cometas, sino que además encontró alternativas varias. Si Isi no llegaba a rematar, en el segundo palo aparecía Borjas Martín. El canario, olvidando su baja estatura, no estaba dispuesto a dejar escapar el segundo regalo que le hacía su compañero, e, incluso poniendo en peligro su salud, se lanzó en plancha para conseguir un gol que aportaba la calma que tanto desean en Nueva Condomina.

Solo Navarrete era capaz de sacar al Real Murcia de la jornada de spa de la que estaba disfrutando. El centrocampista granadino la tuvo dos veces en una misma jugada, pero primero Diego Rivas, que está demostrando que la portería grana está más que bien cubierta; y posteriormente un Golobart que se volvió gigante en la misma línea de gol evitaban dar alas a un equipo visitante que ayer optó por copiar el modelo de posesión de Paco García y perdió.

Por falta de costumbre, por juventud, como explicaba el técnico murcianista en rueda de prensa, por la necesidad de los tres puntos, el Real Murcia se empeñó en no disfrutar de la bonita tarde que estaba quedando. Mientras a Diego Benito le costaba conseguir regularidad en el centro del campo y Javi Saura desaparecía posiblemente pensando en qué minuto le sustituiría su entrenador, el Granada B volvió a coger el timón en la segunda parte, aunque otra cosa muy distinta era llegar al área.

Al Real Murcia le pasaba todo lo contrario. Sin posesión, se sintió más cómodo que nunca. Esperó el fallo de su rival para lanzarse a la yugular de andaluces. Borjas Martín disfrutó especialmente de la sangre. Después de olerla en su primer gol, no dejó de querer más. A los cincuenta y siete minutos, el canario se sacaba del bolsillo una chilena que se estrellaba en el larguero; y en el 69 se repitió la conexión ´Titi-Borjas´.

En una jugada en la que Isi cavó una trinchera para ir escapando de cada rival que le salía a su paso, Titi volvía a recibir en la derecha y, con la autopista ya montada, disfrutó viendo las enormes posibilidades. Dos murcianos le esperaban -Isi y Roberto Alarcón-, pero el destino quiso que el esférico eligiese de nuevo a un Borjas Martín que no descarten que la pasada semana pasase por alguna parroquia de la capital para bendecir sus botas en lo que ya se ha convertido en una tradición.

Era el momento de cambiar la estrategia. Abandonar la cueva, olvidarse de la anarquía y centrarse en controlar un partido que ya estaba en el bolsillo. Pero en vez de relajarse, los granas comenzaron a temblar. Sin encontrar alivio en los cambios de Paco García, el Murcia fue dando pasitos hacia atrás. Clifford, por el centro, y Corozo y Malle, por la derecha, pusieron a los granas al borde de un ataque de nervios. El de Bamako, de solo dieciocho años, acortaba distancias en el minuto 79. Luis Suárez, a pase de Clifford, y Nierga también lo intentaron, incluso el colegiado sacó de sus casillas a los locales, pero ya era tarde, la anarquía y la insumisión salían vencedoras de un partido que trasladó las dudas de la grada a la libreta de Paco García.