¿Cómo le dio por el ciclismo?

Empecé de niña, cuando veraneábamos en Asturias, donde me hice un circuito para mi bicicleta de paseo. Después, mis primeros ahorros los invertí en una bici que empecé a utilizar para tener más libertad porque mi hermana siempre me hacía llegar tarde al colegio. Gracias a ello me iba yo sola y no tenía que depender de ella. Lo malo vino después, cuando llegué al instituto, que mi madre me hacía llevarme a mi hermana al colegio en el manillar de la bicicleta. Vamos, que me salió el tiro por la culata. De ahí también nació mi relación con Ciclos Curra, porque me han robado al menos quince bicicletas y siempre he ido a ellos a comprarme una nueva.

¿Cuándo empezó a competir?

A los 21, cuando estaba terminando la Universidad, no sabía ni que había carreras, estaba tan centrada en los estudios, que no tenía ni idea. Entonces conocí al padre de mi hija y él empezó a llevarme a las carreras. Descubrí que había más gente como yo, a la que le gustaba esto. Ese año me federé, gané el Open de Murcia de Rally y enseguida me quedé embarazada, por lo que los dos años siguientes me los tomé con calma.

Encuentro muchas mujeres que después de la maternidad dejan el deporte.

Sí, pero eso está cambiando. El médico me dijo que en el embarazo no podía subir de 130 de pulso, y no hubo ni un solo día que no pasé de 180. Yo era joven, disfruté un montón el embarazo y hasta los siete meses estuve montando en bicicleta. A partir del séptimo mes empecé a conquistar montañas andando. Peñas Blancas la hice de nueve meses y tres días. El padre de mi nena aprendió cómo asistir un parto por si nos pillaba en el monte.

¿Y tardó tiempo en volver a competir después de tener a su niña?

Lo difícil vino cuando nació Aleta, porque entonces vivíamos en La Azohía y estaba sola. Hasta que la nena no cumplió un año y me compré un carro, que me costó mil euros, para poder llevarla, no pude volver a salir.

Vamos, que su niña ha vivido el deporte desde que era un bebé.

Sí, pese a que estábamos aisladas en La Azohía y no tenía ninguna ayuda, hasta los tres año no hubo ni un solo día que no saliera de paseo en la bicicleta con la niña. El carro que me compré está preparado hasta para la nieve. Tiene unos adaptadores que les quitas la rueda y le pones los esquís.

¿Ha hecho algo más que ciclismo?

Claro que sí. El año pasado me quedé campeona regional de triatlón cross y ahora también estoy haciendo muchísimo patinaje de larga distancia. En pretemporada, de septiembre a diciembre, salía dos veces entre semana para hacer 40 o 50 kilómetros con los patines. Y también hice la Media Maratón de Cieza, en la que logré un tiempo de 1h.40, que no está mal para mí.

¿Y qué es lo más duro que ha hecho?

Una maratón de montaña, la Yeti Trail de Sierra Espuña, que es una combinada que un día se corre un maratón y al día siguiente haces ciclismo.

Veo que deportivamente no le falta nada.

Jugar al fútbol, pero porque no me gusta nada, que si no… También ha hecho mucha pesca submarina porque mi padre siempre nos ha llevado. Creo que gracias a las apneas tengo más capacidad pulmonar.

¿En qué compite ahora?

En rally, maratón y carretera. Como no me centro en una sola, una rival me gana en rally, otra en maratón y otra en carretera, pero si me quedo segunda en todas, más feliz que nada. Y como siempre estoy ahí, algún día gano, pero a mí a constancia no me gana nadie.

Por lo que veo, no parará ni un fin de semana.

Me llegaron a decir por qué no me centraba en una especialidad cuando iba líder a nivel regional en cinco especialidades. Si no estoy más tiempo encima de la bicicleta es porque el cuerpo no aguanta. También por ello soy bastante criticada, porque muchas mujeres que me ven se echan las manos a la cabeza y piensan que soy mala madre. De hecho, mi madre es la primera que me pregunta cuándo me voy a dejar la bicicleta, y eso que ella sale todos los días a correr y comparte mi pasión.

¿En el ciclismo existe machismo?

Muchísimo. Este año es el primero de la historia en el que los chicos y las chicas tenemos los mismos premios, pero ya ves lo que hemos tenido que esperar.

¿Y su niña, también le pide salir a correr?

Claro que me lo pide, lo que pasa es que yo llevo mi entrenamiento y muchas veces es que no puedo con tanto. La pobre ya se ha tragado de rutas que no veas en el carrito. Llevar la nena, el trabajo, la bici y estudiar adelante es muy difícil y no se puede rendir en todo. Ahora estoy pecando de dejar un poco los estudios, pero es que estoy en el mejor equipo de España y no sé cuántos años me quedan de pasármelo bien.

¿Por qué estudió esa carrera que para mí es bastante rara?

Porque mi abuelo fue catedrático en la Universidad y porque no me ha costado nada estudiar. Hice la carrera que me pillaba más cerca de casa.

Entiendo que era buena estudiante.

A partir de la universidad sí, pero en el instituto no era así. En vez de los libros, en la mochila me llevaba las gafas de bucear y en cuanto pillaba el recreo, me iba a la playa. Repetí segundo de bachillerato.

Actualmente da clases de Matemáticas.

Me gusta ser profesora. Llevo ya diez años en la academia Fitleven y no hay ningún día que no me apetezca dar clases. De las clases salgo siempre con más energía de la que entro. Yo no soy matemática, pero el caso es que me aprueban todos los alumnos.

Y mientras tanto, su oposición aparcada. En casa de herrero...

Así es, pero todo el trabajo me sirve para sacar más rápida los problemas de la oposición, pero la teoría, eso de hincar los codos, me aburre un montón.