¿Qué tipo de deficiencia visual padece?

Es una enfermedad visual grave, el Síndrome de Stargardt, una patología que se encuentra en la mácula, que es una parte de la retina, que afecta a la agudeza, laterización y porcentaje visual. Soy fuerte, por así decirlo, en la visión periférica, pero con el paso del tiempo voy perdiendo la visión central. La enfermedad es muy inestable y según la persona y el tipo, el bajón es más grave o más leve. No produce ceguera total, pero yo, por ejemplo, tengo un 10% de visión.

¿Se lo detectaron muy pronto?

Con ocho años. A los seis empecé a tener problemas, pero los primeros diagnósticos eran miopía o astigmatismo, hasta que después de ir dando tumbos por hospitales y consultas, en Alicante dieron con la clave.

¿Sufre mucha gente esta enfermedad?

No, es una enfermedad rara.

¿Desde cuándo hace deporte?

Empecé haciendo deporte viendo bien. A los tres o cuatro años ya estaba vestido de atleta, y a los cinco o seis empecé a jugar al fútbol en las categorías de base de la Escuela de Fútbol de Águilas hasta los 16 o 17 años con personas videntes. Desde crío he mamado en casa el deporte porque mi padre, Juan Palazón, que fue una figura muy importante del deporte aguileño y se hace todos los años una media maratón con su nombre, nos lo inculcó tanto a mí como a mi hermano. Él fue el que nos metió en el deporte y nos ‘contaminó’.

Entonces jugó con personas videntes.

Sí, he pasado por todas las categorías, pero en juveniles, como se entrenaba y se jugaba muchas veces por la noche, me tuve que dejar el fútbol once.

¿De qué jugaba?

De delantero, pero me gustaba más actuar en la media punta. No era un goleador, pero marcaba bastantes de vez en cuando.

¿Y cómo dio el paso al fútbol sala?

Con 17 años empecé a hacer atletismo con la ONCE y me fue bien porque conseguí ser campeón de España en peso y subcampeón en 100 metros lisos y longitud. Eso fue en 2009, y con 16 años había estado compitiendo en el Goalball, que es específico para ciegos, y conseguí un ascenso a Primera División con el equipo de Cartagena. A partir de ahí, una vez que me vine a Murcia a estudiar, empecé en el equipo de fútbol sala de deficientes visuales (categoría B2) hasta que hace dos temporadas fiché por el Albacete.

Es decir, que está todos los fines de semana liado.

Sí, casi todos, y todo por culpa de Pedro Almela, que fue quien me animó a sacarme el título de entrenador de Nivel II de fútbol sala y que cuando murió mi padre, en un momento en el que no iba bien en los estudios, supo motivarme y estuvo ahí. Es mi padre deportivo, el que me ha reconvertido de futbolista y atleta a jugador de fútbol sala.

¿La novia no le ha dado un ultimátum?

No, lo acepta, aunque cuando me fui al Mundial de Corea sí que arrugó un poco la cara. Pero seguramente para tener más tiempo, el año que viene vuelva a jugar con el equipo de Murcia, que está en Segunda División.

Y como el sueldo no será muy alto...

No, el sueldo es inexistente, es el de mi madre.

¿No le dieron ganas de dejar el deporte cuando su padre falleció?

Cuando él estaba no apreciaba tanto el deporte, y ahora es cuando más lo echo de menos porque siempre, cuando terminaba el partido, me llamaba. Había una competencia entre mi madre, que me decía que estudiara, y mi padre, que no quería que me dejara el deporte. Su muerte fue un punto de inflexión. Recuerdo que cuando éramos pequeños mi hermano y yo le rompimos un trofeo del Águila de la carrera nocturna y nos dijo que teníamos que coseguir otra como fuera. Al final lo consiguió mi hermano, porque yo lo máximo que acabé fue cuarto, pero me quité la espinita de conseguir algo para compensar esa deuda deportiva que tenía con él cuando fui campeón de España de atletismo.

¿No volverá al atletismo?

Lo he pensado muchas veces. De hecho, una alto cargo de la ONCE me invitó a que me preparara para las Paralimpiadas, pero el atletismo es un deporte muy solitario, y en muchas ocasiones, si estás agobiado y te ves solo, al final se hace muy difícil. A día de hoy no entra en mis planes.

¿Lleva mucho tiempo en la selección española de fútbol sala?

La primera vez que me llamaron fue para el Campeonato de Europa y me tuve que quedar en casa porque el fin de semana anterior me rompí el abductor. Debuté con 18 años, pero había un clima un tanto extraño con un entrenador un poco cacique, que solo contaba con unos pocos, pero hace un año cambió el cuerpo técnico y, de hecho, en la selección nueva, solo quedan uno o dos jugadores del anterior equipo. El pasado año por primera vez en la historia logramos una plata en un Mundial, que nunca se había alcanzado.

¿De qué juega?

De ala.

¿Lleva la cuenta de los goles que ha marcado?

Sí, porque solo llevo uno y cinco partidos internacionales. Eso sí, llevo varias asistencias, como goleador soy muy malo.

Siendo aguileño, será carnavalero.

De crío estuve en una peña, pero nunca he sido de desfiles. Yo soy del Carnaval de la noche, de juntarme con los amigos, pero cuanto más mayor me hago, menos Carnaval tengo porque me coincide con partidos.

Pero seguro que saldrá los jueves universitarios.

Pues no te creas. En épocas anteriores, en las que tenía una actitud más radical o rebelde, sí que salía mucho, pero ahora soy siempre el que se recoge el primero, estoy hecho un abuelo. Me agobian las discotecas con mucha gente y todo eso.