­Equilibrio es una de las palabras favoritas de Rafa Benítez. En cada una de sus entrevistas, en muchas de sus ruedas de prensa, el ahora entrenador del Real Madrid hace referencia a ese aspecto que él considera fundamental en su libreta. Ayer, José Manuel Aira robó el manual al entrenador madrileño para guiar al Real Murcia a la victoria en el Ramón de Carranza, que en lo que va de temporada había sido un fortín.

De un plumazo desaparecieron las grietas en defensa y aparecieron las ayudas en el centro del campo. La intensidad, la cabezonería, la superioridad en el cuerpo a cuerpo, el trabajo en equipo, todas esos aspectos que hace una semana no se vieron en Nueva Condomina frente al Linares y que llevaron a la afición a recriminar a los jugadores su actitud, fueron claves para sorprender a un Cádiz que hasta el momento había disputado sus partidos como local sin necesidad de quitarse el pijama y la pantuflas.

Por eso, posiblemente, Claudio Barragán y sus jugadores se vieron sorprendidos de principio a fin. Saltaron al campo esperando a la abuelita del cuento de Caperucita Roja, pero conforme pasaban los minutos se daban cuenta que había cosas que no cuadraban. «¡Qué orejas más grandes tienes¡ ¡Qué ojos más grandes tienes¡ ¡Qué brazos más grandes¡ ¡Y qué boca más grande tienes!!!!», iban diciendo los cadistas en cada choque con los granas, porque enfrente tenían a un equipo cambiado, con una apariencia distinta. Por mucho que miraban no había nada de la ´versión gelatina´ que posiblemente habían visto en los vídeos. Todo era diferente. El Real Murcia apostaba más por, como diría Pepe Reina, ´el modo me siento seguro´. Y así los cadistas iban descubriendo un invitado distinto al que esperaban, un equipo que seguía vistiendo de grana, pero que ahora aguantaba todos los golpes -porque mira que recibieron los chicos de Aira- y no se encogía por nada del mundo en el centro del campo, esa línea que ayer creció sobremanera con la inclusión de Sergi Guilló y con el ´trabajo sucio´ de jugadores más estilistas como Chavero, Germán y Sergio García.

Y en ese cara a cara en el que se situó el partido desde el primer momento, el Real Murcia resultó vencedor. Ni amarillos ni granas apostaron por el balón, ese elemento que en partidos como el de ayer pasa a ser secundario, huérfano de cariño. Todo era lucha e intensidad. La batalla, que ni la lluvia quiso perderse, se situaba en el centro del campo, y en esta ocasión los granas multiplicaban sus piezas. Y eso que eran los mismos. Pero las ayudas crecieron notablemente. Solo había que ver los robos de Sergio García y Germán, así como el paso atrás en muchos momentos de Azkorra y Carlos Álvarez.

El exgrana Abel, en el último viaje de su carrera, no conseguía llevar la manija. Tampoco Chavero. Bastante tenían con no perder ventaja en la lucha. Y así el partido se asemejaba más a esas pachangas a las palas en la playa entre niños en las que, por uno u otro lado, es imposible dar más de tres o cuatro golpes seguidos a la pelota.

Jugada de estrategia

  • Con ese panorama, el gol no podía llegar de otra forma que en una jugada de estrategia. Y fue el Real Murcia el que se llevó el gato al agua. También porque los granas se vieron golpeados en todos los rincones del cuerpo y de todas las formas existentes, especialmente con los codos. Corría el minuto 21 cuando Sergio García, que no ceja en su empeño de ganarse el título de ´mejor amigo´ de la plantilla, sacaba una falta lateral que Germán, otro que siempre está en todos sitios, peinaba hacia atrás para que Azkorra, en el segundo palo, grabase a fuego el mensaje que hasta ese momento estaban ofreciendo sus compañeros al rival. «No venimos de broma». Y eso que el vasco no lo consiguió a la primera. Su primer remate se estrelló en el palo, con la suerte de que el balón, como si de un boomerang se tratase, volvió a él para que, en otro intento, centrase más un tiro que se coló entre las numerosas piernas de los defensas cadistas. El que no estaba por allí era Fernando Pumar, al que tardaron cinco minutos en curar la herida que sufrió al ser golpeado con el codo en la cara por Hugo Rodríguez.

Quedaba mucho partido y nadie creía que el Cádiz no fuera capaz de sacar su versión más agresiva, esa de plantillón de lujo con jugadores de nombre como Dani Güiza. Ah, es que no se lo había comentado querido lector, el fichaje estrella no estaba ni convocado. Según cuentan, su forma física deja mucho que desear.

Pero, independientemente de la ausencia del delantero, los de Barragán quisieron dar un paso al frente y encerraron a los de Aira. A ello también contribuyó la incapacidad del Murcia de cuidar el balón y poner tranquilidad cuando los partidos se ponen de cara. Los problemas también venían en los despejes granas, que siempre acababan en las botas amarillas, permitiendo segundas jugadas. Como la que se encontró Garrido en el 27, aunque su disparo lo detuvo sin problemas Fernando. El bilbaíno tampoco estuvo acertado en las otras dos ocasiones de las que dispuso antes del descanso. Quique Márquez, al que José Ruiz en un encuentro muy completo mantuvo a raya, disparó fuera en otro intento. Esos son los ejemplos de arreón local, un quiero y no puedo frenado una y otra vez por el gran trabajo defensivo de los murcianistas, que ayer supieron colorearse la cara con unas pinturas de guerra que no solo dan miedo sino que además permiten dar pasos hacia lo que persigue José Manuel Aira en aspectos defensivos.

Las cosas pudieron ponerse mucho más de cara nada más comenzar la segunda parte. Germán, en una escena como la del tan famoso ´¡corre Forrest, corre!´, ganó un balón luchado junto a José Ruiz para galopar hasta las inmediaciones del área defendida por Alberto Cifuentes. Miró a su alrededor y vio a Carlos Álvarez al que cedió dejándole en una situación de uno contra uno inmejorable. Aunque me podría ahorrar el final, porque viniendo del asturiano ya se lo imaginarán, simplemente les diré que el esférico acabó en el cuerpo del portero del Cádiz.

Tocaba sufrir, pero

  • Tocaba seguir sufriendo. Sin embargo, no tanto como se imaginaba. El paso de los minutos diluyó al Cádiz como un azucarillo. Los cambios de Aira no desestabilizaron a los granas, mientras que las sustituciones de Claudio Barragán no activaron a los suyos. Eso sí, cumpliéndose la lógica del fútbol, los locales dispusieron de la suya. Lolo Plá, en el 83, recibió un balón filtrado y caracoleó a Fernando, pero su disparo y todas las ilusiones cadistas acabaron marchándose por el lateral de una portería en la que sesenta y dos minutos antes Azkorra conseguía un gol que refuerza y de qué manera a un grupo que necesita empezar creérselo y a un entrenador al que ya nadie, ni una servidora, podrá decirle que siempre fracasa en las citas importantes.

El Real Murcia consiguió ayer un triunfo que eleva su caché y que le permite despejar muchas dudas. Así lo vio José Manuel Aira, que ya antes del encuentro, según explicaba en rueda de prensa, les había hablado a sus jugadores de la importancia del choque. «Un triunfo aquí nos hace salir reforzados y crecer como grupo», explicaba el técnico murcianista, que además se mostraba contento «por el rendimiento de gente que no venía entrando», como son los casos de Sergi Guilló y Tomás Ruso, novedades ayer en el once titular.

«Esto también nos fortalece como grupo y de cara al futuro es muy importante», añadía el entrenador, quien considera que esto aumenta la competitividad de sus futbolistas, que saben que no tienen el puesto asegurado. Aira se refería a la aportación de Guilló, quien esta semana se había ganado la confianza del técnico en una posición en la que Armando, fuera de la convocatoria, venía siendo era un fijo. «Ha competido fenomenal. Es lógico que después de no jugar mucho sufriera problemas físicos, pero estoy muy contento. En las últimas semanas de entrenamiento estaba pidiendo a gritos entrar, y pensamos que este partido era el momento oportuno». El leonés también tuvo palabras para Arturo, otra de las novedades en la convocatoria después de ver varios partidos en la grada. Sobre el murciano, que jugó algunos minutos en la segunda parte, también se mostraba contento.

En lo que respecta al partido, Aira indicaba que «sabíamos donde veníamos. Este es un campo complicadísimo y el Cádiz, un grandísimo equipo, por eso sabíamos que iba a ser un partido sufrido. A partir del 0-1 hemos estado un poco a merced del rival. Era imposible dar dos pases seguidos. Pero en la segunda parte nos hemos repuesto y hemos tenido nuestras opciones al contragolpe. Es normal sufrir en un campo como este y ante un equipo del potencial del Cádiz».

La banderas granas ondean en el Carranza

  • Aunque la Federación de Peñas fue incapaz de completar un autobús para acompañar al equipo en uno de los partidos más importantes, los de Aira no estuvieron solos. Y es que un grupo de aficionados viajaron en sus propios coches para vivir en directo el triunfo en el Ramón de Carranza.