Maite Carranza, Premio Nacional de Literatura Juvenil en 2011 y Premio Cervantes Chico en 2014, se encuentra en Cartagena gracias a su novela Caminos de libertad. La escritora catalana, autora de más de cincuenta títulos para público infantil y juvenil es la primera de los seis finalistas del Premio Mandarache que visita este año la ciudad portuaria para hacer 'campaña' de cara a la decisión del jurado, que dará a conocer los ganadores el próximo mes de mayo.

Carranza -que tendrá que vérselas con Daniel Hernández Chambers y Álvaro García Hernández en la categoría Hache, para adolescentes de 12 a 14 años- estuvo ayer en el Paraninfo de la UPCT, en el Centro Intercultural del Casco Antiguo y en el Museo Arqua, donde pudo charlar con sus jóvenes lectores deseosos de nuevas aventuras en papel. Sin embargo, la autora de la popular trilogía La guerra de las brujas cree que «España siempre ha sido un poco reacia a la cultura», y su número de lectores, tanto jóvenes como adultos, es inferior al de otros países de Europa, una situación que, según afirma, se remonta décadas atrás. «¿Cuándo ha habido un exceso y derroche de lectura entre los jóvenes?», se pregunta la escrito, que asegura que, si bien la lectura no es hoy un afición mayoritaria entre los adolescentes, tampoco lo era años atrás.

La parte buena es que, para ella, los menores que son lectores, «son muy, muy lectores» e incluso han encontrado en Internet una herramienta para relacionarse con otras personas con gustos similares y para ampliar sus conocimientos. «¿Si internet también distrae? ¡Claro! Pero igual que lo hacen la televisión o las series. La narrativa audiovisual forma también parte de las vidas de los jóvenes pero, al igual que la literatura, también es una forma de contar historias», apuntó la también guionista de numerosas series y programas de televisión, la última, la exitosa Isabel.

Además, Carranza ha considerado que en muchos casos las recomendaciones que se hace a los jóvenes para introducirles en el mundo de la lectura no son las adecuadas, y hay equivocaciones sobre las edades o los temas de interés que se proponen. «Creo que habría que tener mucho más en cuenta el mal que se puede hacer con una mala recomendación, puede ser una vacuna para siempre contra la lectura», señala.

En su opinión, «la literatura es comunicación, no es formalismo» por lo que ha considerado que para dedicarse a escribir es preciso «vivir y aprender de la vida» y solo pensar en publicar cuando realmente hay una historia clara que contar. «Ser famoso ocurre una vez cada 200 libros, por eso no debe anteponerse ese deseo de fama a la necesidad de escribir», añade la autora.

La autora de la multipremiada novela Palabras envenenadas, que trata el problema de los abusos a menores, ha escrito también dos novelas para adultos, un género que considera menos agradecido que la novela juvenil porque tienen un recorrido mucho más corto. «La literatura juvenil tiene una larga vida, es un camino lento, sin prisas, y a veces una novela tienen su máxima difusión varios años después de haber sido publicada. Una novela para adultos tiene una vida tan corta que, o es un best seller, o desaparece en menos de un año. Por el mismo esfuerzo, para mí es mucho más reconfortante escribir para los jóvenes», asegura.

Hoy Carranza participa a partir de las nueve de la mañana en un encuentro con los alumnos del IES Los Molinos y, desde las once, estará en la Fundación Caja Mediterráneo.