Triángulo de Amor Bizarro publicaron su cuarto disco, Salve Discordia, a principios de 2016, y con él han vuelto a conseguir las mejores críticas de la prensa, que lo califica como un sorprendente paso adelante en su carrera. Producido por Carlos Hernández, Salve Discordia es uno de sus trabajos más heterogéneos. Inspirado en el mundo digital y la teoría del caos, no faltan retazos políticos. Rodrigo Caamaño explica que realmente con este título buscan ensalzar lo que les interesa de la música: «Lo no académico, el error y el fallo, lo que puedes hacer no sabiendo tocar, y esa falta de miedo, la disonancia».

Hacéis ahora México y Portugal. ¿Se os está quedando pequeño este país? ¿No quedan cabezas que segar con vuestro arrollador directo?

Intentamos tocar lo más que podemos y llevar nuestra música a donde seamos capaces de llegar, sobre todo porque es la mejor forma de mejorar como músicos y, además, tocar juntos es lo que más nos gusta hacer.

¿Cómo estáis funcionando en América? Ya habéis cruzado el charco bastantes veces, pero cuál es la acogida real que tiene TAB por allí?

Bien, ¡no nos podemos quejar! Nuestra intención es poder ir más a menudo. No somos un grupo increíblemente conocido allí, pero, por ejemplo, a nivel de medios hacemos cosas que en España parece que están vetadas para un grupo como nosotros; hay publicaciones en las que aquí la respuesta es: «No interesa, son muy raros», que, en cambio, en sus ediciones americanas, lejos de suponer eso un problema, nos dan espacio, con lo que, paradójicamente, nos permite llegar a un público más amplio que aquí.

Salve Discordia es uno de vuestros trabajos más heterogéneos ¿Qué lo inspiró?

Pues es una de las máximas que tuvimos desde el principio a la hora de hacer música: buscar el error, el caos, el ruido, y aceptarlo como algo bueno a la hora de hacer música.

El disco lo ha producido Carlos Hernández, que firmó vuestro debut. ¿Qué hay tras esa vuelta? ¿Cuál fue el punto de partida para este disco?

Nos reencontramos con Carlos hace un par de años ya, que volvió a hacernos el sonido de los conciertos, y lógicamente, para mí es el mejor en lo suyo, aparte de un amigo, con lo que realmente no tuvimos que tomar ningún tipo de decisión. Grabar el disco con él era la única opción correcta y acertada.

Háblame del sonido del disco. ¿Es éste exactamente el que buscabais? Parece que en esta ocasión son más evidentes las influencias de los 50 y los 60.

Queríamos grabar un disco de la forma clásica, como se hacían en la edad de oro de la música grabada, tocando en el estudio y aprovechando la sonoridad y el equipo de forma natural, sin necesidad de muchos overdubs ni trucos extra. Lo bueno de tocar tanto es que poco a poco vas simplificando la forma de llegar al mismo punto, y eso es lo que queríamos aprovechar con este disco. Queríamos que se notase el tiempo que llevamos tocando juntos, que las canciones funcionasen solas con el sonido que hemos ido desarrollando con los años, y que eso no se perdiese al grabar.

¿Han tenido relevancia en el sonido los discos que habéis estado escuchando en los últimos tiempos?

Sí, claro, intentamos que toda la música que escuchamos se note de una forma u otra. Para hacer canciones, sentimos que no nos basta solo con practicar y ensayar, se aprende mucho más escuchando horas y horas de discos que practicando escalas. Es la única forma de ir construyendo un lenguaje que intentamos que sea cada vez más propio, igual que no se puede escribir un libro decente sin haber leído años y años.

Dicen desde la compañía que con este cuarto disco poco os falta por demostrar. ¿Qué pensáis vosotros?

Esto de la música para nosotros nunca fue de demostrar lo que podíamos hacer o no, si no que es una búsqueda más bien personal para expresarnos haciendo lo que nos gusta, y desde luego, plasmar nuestra opinión e intentar llegar a la gente sin tener que ceder nada de nuestro discurso. Es casi el único lujo que nos permitimos: permanecer con nuestras ideas ahí, don erre que erre, aunque estén equivocadas. Vemos Salve discordia como un punto y aparte de todo lo que hemos hecho en estos diez años. Para llegar hasta aquí hemos tenido que enfrentarnos a muchas posiciones en contra y a puertas cerradas, y, en ese sentido, sí que creo que ya hemos demostrado con creces lo que es la banda. Digamos que este disco cierra una etapa en la que hemos tenido que convencer, tanto nosotros como la gente de Mushroom Pillow, a muchas personas, simplemente con la intención de que nuestra música llegue al mayor público posible.

Siempre ha habido referencias políticas en vuestras letras. «Europa es una zorra y está matando a su juventud» es quizás una de las más directas en este sentido, y trae un punto de vista no tan local como es habitual. ¿Vuelve la canción protesta?

¡Nunca se ha ido! Sí, en esta canción me apetecía ir al grano, aunque a la vez intenté homenajear la estructura de la letra de una de mis canciones favoritas, el All tomorrow´s parties de The Velvet Underground y Nico.

¿Está presente el feminismo en vuestras canciones?

Sí, me alegro de que me lo preguntes, creo que puedes ser el primero, y es algo que está presente a fuego. Gran parte de la temática del disco está impregnada de feminismo, es una idea principal en el disco. Diría que es lo que une todas las canciones.

Algunas de vuestras letras dan la sensación de una Galicia desamparada. ¿Qué decís?

No es lo que queremos transmitir. En Galicia somos gente que nos sobreponemos a todo lo que nos echa encima la vida, el estado, y los que piensan que el país se acaba en el Guadarrama. Galicia es el único lugar donde es posible; TAB, por ejemplo, y todo en el álbum está pasado por el filtro de ser de la ría de Arousa.

He leído por ahí que con este disco os habéis querido alejar conscientemente de la etiqueta 'indie', e incluso que esa etiqueta os parece «un error en los tiempos actuales». ¿Nunca terminasteis de encajar ahí realmente?

Es que se ha convertido en una etiqueta tan vacía como lo de 'música de los 80'. No significa nada, simplemente es una palabra que se usa como reclamo para unificar todo en un mismo producto y para que en el telediario le dediquen unos cuantos segundos antes del fútbol y después de los toros, por ejemplo. También se usa para meter a grupos de los 90 en un saco en el que poder atizarles sin sentido ni justicia, lo que creo que es aún peor. Me da mucha pereza. Me siguen encantando los grupos con los que se formó la etiqueta cuando aún tenía razón de ser, desde The Smiths a Los Planetas pasando por Husker Dü, Surfin´Bichos y el C86, pero ahora el término 'indie' es una palabra completamente alejada de su significado. Para simplificar tanto rollo: me gusta el indie de antes, el de ahora no me gusta nada.

Es la primera vez que repetís formación con respecto al disco anterior. ¿Ayuda en el directo?

Lo que ayuda es llevarse bien y, aunque tenemos nuestros momentos, estamos en una buena etapa para la banda. Con Salve Discordia nos hemos acercado más que nunca a la idea que teníamos a la hora de hacer el disco, y son canciones que nos encanta tocar en directo. Ahora mismo forma casi todo el set de directo, y eso es porque nosotros nos sentimos bien con estas canciones, y el público las está recibiendo muy bien.

¿Siempre os ha gustado sonar atronadores? ¿Tuvisteis problemas al principio con los dueños de los bares?

Tenemos más problemas ahora con las absurdas normativas de algunos ayuntamientos. En las salas de conciertos con experiencia saben perfectamente el volumen lógico que tiene que tener un concierto de rock and roll, y lo cierto es que, salvo cuatro casos contados, no solemos tener problemas en ese sentido. Con algunas normativas sí, ya que a veces los encargados de algunos ayuntamientos me da la impresión de que no han ido a muchos conciertos, si no, no se entiende cierta persecución a la música en directo.