«Busquemos algún lugar al que huir, algún lugar que destruir», cantan León Benavente en un momento de su segundo nuevo disco, una producción más oscura en lo musical, con canciones osadas, «más extremas» que su exitoso debut, y mensajes que hacen de él un álbum «sarcástico e irónico, pero no cínico». La formación, que cuenta con el murciano César Verdú a la batería, estará presentando sus nuevos temas en el SOS 4.8. el próximo viernes 6 de mayo.

Anárquico en su espíritu, ordenado en su configuración, en 2 (Warner Music) se mantiene la idea de un mundo hostil y la búsqueda de reductos de supervivencia que había en León Benavente (2013), el disco que los encumbró, como constató su larguísima gira y los dos Premios de la Música Independiente a la mejor canción y a mejor artista revelación.

«Es cierto que este es un disco más oscuro en lo musical, más agresivo e incisivo, pero no es un disco negativo ni pesimista», precisa el vocalista, Abraham Boba, que opina que, aun abundando en temas similares, «aquí hay muchas puertas abiertas».

Referencias cotidianas o muy recientes, como «los pisos vacíos de Seseña», el alunizaje contra la sede madrileña del Partido Popular o «los Bardem» se cuelan sin rechinar en sus letras como material poético perfectamente articulable. En otro momento del álbum, recitan: «Tengo el país que me merezco». «Lo dice un personaje con el que no nos identificamos, pero todos lo hemos pensado en algún momento y me temo que tendremos que seguir haciéndolo algún tiempo más», reconoce el músico, responsable de los teclados en una banda que completan Luis Rodríguez, César Verdú y Edu Baos.

Más fraseado que cantado, en este 2 se aprecia una «actitud mucho más echada hacia adelante en energía, más osada en la forma de ver las canciones», algo natural en un proyecto que arrancó tímidamente como una prueba con músicos de largo bagaje profesional (por ejemplo, junto a Nacho Vegas) y que acabó siendo una de las revelaciones.

«Detrás de este disco, sin embargo, hay dos años y pico de gira, una experiencia adquirida y una convivencia, lo que hace que vayamos viendo más claramente una dirección natural, en ningún momento pretendida», explica Rodríguez. En los breves y puntuales espacios sin actividad de esa larga gira, aprovecharon para dejar apuntalados algunos esbozos de canciones. Después de un tiempo saludable «para vaciarse un poco», volvieron sobre ellas y durante casi cuatro meses les dieron forma definitiva, probando nuevas formas y enfoques de composición. «No queríamos hacer un disco igual, porque para eso ya estaba el anterior", defiende Boba, algo que suscribe su compañero: «Ni ser caricaturas de nosotros mismos», apostilla.