El psicólogo deportivo Juan González Hernández critica que el deporte infantil federado genera «violencia y competitividad» entre los propios niños y en sus entornos, desembocando en las peleas que frecuentemente se pueden observar en algunos partidos de categorías inferiores e, incluso, en broncas de padres a hijos porque lo que prima, por encima de todo, es ganar y compararse con el resto de jugadores.

Frente a ello, este psicólogo, junto con otros profesionales, lidera desde 2011 una exitosa propuesta alternativa denominada 'Liga Brave', que emplea el deporte base como herramienta para formar a los niños en la solidaridad, el esfuerzo y el respeto, gracias a un sistema que mide precisamente esos valores y clasifica a los equipos en función de ellos, proporcionando a los preadolescentes recursos que van a ser cruciales en su madurez.

Juan González Hernández, que es profesor de Psicología del Deporte en la Universidad de Murcia, lamenta que los entrenadores de los equipos infantiles federados acostumbran a decir que forman a sus jugadores pero, al final, lo único que quieren es ganar porque, en muchos casos, «les va el sueldo en ello». La competitividad «fomenta que te compares a favor o en contra de alguien que es mejor o peor que tú».

«Pero tú no eres mejor que yo ni yo soy mejor que tú, simplemente somos dos seres humanos que hacemos cosas diferentes, y esto se puede transmitir perfectamente a un niño», defiende este psicólogo, quien cree que la apuesta por el deporte de base «no debería de ser una comercialización de marcas de clubes», tal y como está planteada actualmente.

Y es que, al final, desvela que estos clubes quieren tener a muchos niños en sus filas para, de esa forma, tener más cuotas e ingresos con los que potenciar una marca y un escudo. La Federación sólo toma cartas en el asunto cuando se repiten peleas entre padres o sucede algo «gordo y mediático», poniendo en marcha campañas «eventuales» que no buscan prevenir.

Además, critica que las ligas federadas, por lo general, no tienen capacidad para atender toda la demanda de niños que piden ser inscritos, sobre todo en determinados deportes como el fútbol. Y es que hay pueblos en los que hay un solo club sin capacidad suficiente como para tener varios equipos de cada categoría con ciertas garantías de competir, por lo que muchos menores quedan excluidos.

Frente a ello, este psicólogo cree que el deporte infantil «debería de ser una apuesta real y valiente por educar y formar a través de una herramienta» que, en el caso de la 'Liga Brave', es el fútbol pero que podría ser la música o la pintura.

Esta iniciativa alcanza un colectivo de 3.000 niños de toda la Vega Baja del Segura (Alicante) con edades comprendidas entre los 6 y los 12 años que no entran en el sistema federativo.

La 'Liga Brave' tiene el mismo formato que cualquier otra competición y los niños juegan todos los domingos. Además, rigen las mismas reglas competitivas y rutinas que en el fútbol federado, es decir, bonifica con 3 puntos al que gana, un punto para el que empata y 0 para el que pierde, lo que arroja una clasificación 'normal'.

Paralelamente, hay una clasificación 'fair play' en la que se otorgan puntuaciones en los partidos en base a otro tipo de criterios que evalúan ciertas conductas de deportividad como tender la mano al rival cuando está en el suelo, saludar al rival o reconocerle un buen partido, así como celebrar los goles con ellos.

En este tipo de ligas, González reconoce que hay equipos que son muy superiores a otros y se dan resultados muy abultados, por lo que establece una norma mediante la cual, a una diferencia superior a diez goles, el equipo que va ganando empieza a perder el partido. Si uno de los equipos avasalla al adversario, resulta penalizado. Para señalar las conductas deportivas y antideportivas, el árbitro se sirve de una serie de tarjetas, como una de color amarillo (1 punto) otra roja (3 puntos), una tarjeta marrón que señala conductas antideportivas (5 puntos) y una tarjeta verde que señala conductas deportivas (-1 punto).

Las tarjetas verdes y marrones se pueden sacar al entrenador (x2) o a la grada (x3), de forma que los padres y entrenadores, el entorno, contribuye a que los niños tengan un mejor comportamiento y puntuación final en la clasificación fair play. El objetivo es conseguir que en un partido haya más conductas deportivas que antideportivas y que dejen de estar obsesionados por ser mejor que el contrincante, explica el psicólogo Juan González.

El que más puntos tenga, al final de la competición, es el equipo menos deportivo del campeonato. La organización, finalmente, entrega un premio mucho más atractivo a los ganadores de la clasificación 'fair play' que a los de la competición normal.