«La situación está controlada. Si no llueve más, nos podemos escapar», afirmaba ayer por la tarde el alcalde de Los Alcázares, Anastasio Bastida. Tanto él como sus vecinos miraban al cielo y a la rambla de La Maraña, después de que se alertase de que había un alto riesgo de que se desbordase.

En el municipio vecino, San Javier, pasaba lo mismo. Ambas localidades de Mar Menor vigilaban sus ramblas y carreteras en prevención de posibles riesgos a causa de la acumulación de agua de lluvia. En ambas poblaciones planeaba el fantasma de las recientes riadas, que a finales de 2016 se cobraban la vida de un hombre que, arrastrado por la corriente, acababa ahogado en una piscina.

La situación hizo que se activase en San Javier el nivel cero del plan municipal de emergencias, mientras que en Los Alcázares se optó por reforzar el canal de drenaje.

«El problema es que salte el talud», comentaba Anastasio Bastida, en referencia a la rambla. «Es el talud que saltó la otra vez», recordaba. Y la otra vez se saldó, además de con la muerte de un hombre, con comercios arruinados y viviendas anegadas de barro.

«Hay psicosis», admitía el primer edil, a lo que añadía que «ha pasado un mes solamente» de aquella pesadilla que acabó con su pueblo declarado zona catastrófica. Ahora están a la espera de las ayudas millonarias que el Gobierno central ha prometido dar para reactivar el lugar.

Mientras tanto, «hemos tabicados bastantes puertas, de casas y de negocios. Se ha reaccionado bien», apuntaba el alcalde. «Y que no pase nada y que sea un susto», manifestaba al respecto.

«Tenemos miedo»

«El coche todavía lo tengo en el sótano de la otra vez que llovió, ¡no lo he podido sacar!», aseguraba ayer Antonio Ropero Pérez, dueño de la pensión El Cordobés, en el centro de Los Alcázares. «Vaciamos el agua, pero no lo pudimos sacar», explicaba.

Sobre la alarma de ayer, admitía que muchos vecinos «dicen que va a venir la rambla, que va a venir... Y mandan vídeos por WhatsApp de la rambla desbordándose. Pero estoy mirando para la calle y no se ve correr el agua».

«Claro que tenemos un poco de miedo», contaba Ropero Pérez. Así que, por si acaso, «hemos tabicado la puerta del sótano y lo tengo todo preparado por, si empieza a venir el agua, tabicar la puerta principal».

En cuanto a San Javier, el alcalde, José Miguel Luengo, adelantaba de forma apresurada su vuelta de Fitur, en Madrid, para seguir de primera mano qué pasaba. En la tarde de ayer, desde el Ayuntamiento alertaban de que las previsiones de la evolución de la situación de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) «no contemplan una situación de peligro equiparable a las inundaciones del pasado diciembre», algo que confirmaron desde el organismo de cuenca.

Según los datos que manejaba ayer la CHS, «en las últimas 24 horas han caído 24 litros por metro cuadrado en el medidor de San Pedro del Pinatar, cuando en diciembre se superaron en esa zona los 200, 12 en Torre Pacheco y 50 en La Murta, en la cordillera sur, pasado el puerto de la Cadena y en dirección al Mar Menor».

Al cierre de esta edición, la rambla no se había desbordado.