Lleva una década en marcha y hasta noviembre de este año, sólo 3.779 ciudadanos de la Región de Murcia han decidido firmar su testamento vital, en el que dejan por escrito su voluntad sobre los cuidados y el tratamiento de su salud o, una vez fallecido, sobre el destino de su cuerpo o de sus órganos. Debe cumplirse en el momento en el que el enfermo no sea capaz de expresarse personalmente.

Estas instrucciones previas se regulan en la Ley 41/2002, que posteriormente en la Región se recogieron en el Decreto 80/2005, si bien se puso en marcha durante 2006.

«No son muchos, y supone uno de los porcentajes más bajos de toda España», explica la directora general de Planificación, Investigación, Farmacia y Atención al Ciudadano, María Teresa Martínez, quien añade que estas cifras contrastan con el alto número de donaciones de órganos.

El desconocimiento de la existencia de esta herramienta, que pretende fomentar la autonomía del paciente, es, en su opinión, la principal causa de este bajo porcentaje de inscritos en la Región de Murcia.

La aplicación de estas instrucciones se pone en marcha cuando la persona no está consciente o no tiene facultades suficientes para comunicarse correctamente.

Para que sea siempre efectivo, este documento deberá incorporarse al Registro de Instrucciones de la Comunidad y a la historia clínica del paciente, tanto para facilitar su acceso a los profesionales médicos como para que se pueda efectuar su revocación o modificación.

El Registro de la Región está conectado con el del Ministerio de Sanidad, que, a su vez, recoge los de la red de los hospitales españoles.

«Por eso es muy importante que una vez se dé el paso de hacer este testamento vital, se registre; si no, en el futuro será responsabilidad de la familia el que se cumpla», apunta la directora general, quien insiste en que «es muy importante que el ciudadano sepa que en cualquier momento se puede cambiar de opinión, e incluso revocarlo completamente».

Martínez también subraya el hecho de que aunque se sea donante de órganos, si no consta como tal en el testamento vital, «no se garantiza que al final se lleve a efecto; la familia podría intervenir negándose».

Lo que se deja por escrito

El documento recoge el deseo de las personas en asuntos relacionados con donación de órganos; destino del cuerpo después del fallecimiento -si prefiere ser enterrado, incinerado, o donarlo para la ciencia-; y qué tipo de asistencia religiosa, si la quiere. También en qué sitio quiere pasar los últimos días de su vida, en casa o en el hospital.

El testamento vital lo puede firmar cualquier persona mayor de edad y que esté en sus plenas facultades. Desde que entró en vigor el decreto en la Región, hay tres formas de hacerlo: Ante tres testigos -para apoyar que esta persona está realizando su testamento voluntariamente y con conciencia de ello- en los centros de salud, en los hospitales y en los servicios de atención a los usuarios.

Se puede otorgar también ante notario; y, en tercer lugar, ante un funcionario en el Registro de Instrucciones Previas, situado en Murcia, la sede de la dirección general de Planificación de la Consejería, en la calle Pinares, número 6, y en horario de mañana.

En los dos primeros casos, se tendrá que enviar al registro y sólo cuando se hace ante notario hay que pagar «una pequeña cuota».

Por lo que respecta al perfil, el 61% de las firmantes son mujeres. Del total, casi la mitad se han otorgado ante un funcionario en la sede del Registro; mientras que el 40 por ciento lo han hecho ante tres testigos y sólo un 10% ante notario.

En cuanto al contenido, según explica la directora general, el 99,5 por ciento se refiere a los cuidados y tratamientos que quiere recibir -como la no prolongación innecesaria de la vida-; y el 86% nombra a un representante legal para cuando no esté en sus plenas facultades. El 90% son de nacionalidad española.

«El hecho de que sean más mujeres que hombres se justifica en que son ellas las que suelen encargarse del cuidado de los familiares hasta sus últimos días, y, por tanto, saben los problemas que se pueden producir», indica Martínez, quien añade que nombrar a un representante legal también simplifica mucho el proceso. «Nos encontramos con muchos casos en los que cuando termina todo, se produce un sentimiento de culpa en los familiares porque no están seguros de haber hecho todo lo necesario por el enfermo en sus últimos días», comenta.

La directora general reconoce que, aunque se han hecho muchas campañas de información, sobre todo al principio, y también entre los profesionales, sería necesario «seguir haciendo difusión de esta herramienta, porque nos encontramos aún con mucho desconocimiento y muchas dudas».

En cualquier caso, María Teresa Martínez es partidaria de que el tema se ponga sobre la mesa en las consultas médicas, por ejemplo, cuando se trata de enfermos crónicos. «Lo importante es poder hablar sobre el tema y tener claro cómo queremos morir, porque aunque la muerte sigue siendo un tabú, lo cierto es que todos vamos a pasar por ahí, tarde o temprano», concluye.