Con la tecnología más puntera del mercado, desde ayer y durante las próximas dos semanas, una veintena de científicos del IEO -Instituto Español de Oceanografía- y de la universidad de Las Palmas van a estudiar las corrientes marinas del Mar Menor, el intercambio de agua con el mar Mediterráneo, el tiempo que tarda en renovarse el agua de la laguna y la dinámica del oxígeno, de los nutrientes y de la clorofila (relacionada con el fitoplancton) de este espacio marino natural.

«Será la primera vez que se haga un estudio integral de la hidrología del Mar Menor, con una precisión adecuada y a una escala espacial amplia», explicó Juan Manuel Ruiz, investigador del IEO y coordinador de la campaña, que se repetirá cada tres meses «para contemplar las variaciones estacionales», apuntó.

Para la toma de muestras, los investigadores navegarán en un catamarán en el que se ha instalado un ADCP (aparato que mide las corrientes por efecto dopler) de alta frecuencia, y que permite obtener datos con una resolución espacial de 55 cm, y una sonda multiparamétrica que registra datos en continuo, con muy alta resolución.

Los parámetros hidrográficos serán obtenidos en una malla de unos 60 puntos distribuidos de forma regular sobre la laguna con la sonda y con análisis de muestras de agua obtenidas a diferentes profundidades.

Con los datos del ADCP, los investigadores podrán hacer mapas en dos dimensiones de las corrientes en todas las zonas de laguna y sin utilizar modelos: «Obtendremos medidas directamente y con una resolución espacial altísima», indicó Ruiz, lo que permitirá tener una idea «lo más precisa posible» de la dinámica de corrientes y la hidrología de este espacio natural.

En los trabajos participará una veintena de personas procedentes del IEO de los Centros Oceanográficos de Canarias, Murcia y Málaga, personal técnico especializado en el manejo de los equipos y personal técnico y científico de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Los científicos de Málaga se encargarán de analizar las muestas de agua en sus laboratorios, y allí medirán el contenido en oxígeno, carbonatos -como el CO2, el carbono orgánico y el PH-, los nutrientes (como nitratos, fósforo o nitritos), y la clorofila -que son indicadores del fitoplancton-.

Se espera que los resultados obtenidos «contribuyan a dar un impulso cuantitativo y cuantitativo muy significativo del conocimiento científico del funcionamiento de un ecosistema tan singular y tan altamente amenazado» como es el Mar Menor, destacó Ruiz. «Sabremos cómo es y cómo funciona la laguna, lo que será clave para la toma de decisiones».

Este proyecto se enmarca en el Protocolo de Impulso a la Investigación que la Comunidad Autónoma, a través de la Oficina de Impulso Socioeconómico del Medio Ambiente -OISMA-, el Campus Mare Nostrum y el Instituto Español de Oceanografía firmaron en septiembre.

Estos estudios se completarán con los trabajos de un tercer equipo del Oceanográfico de Madrid, que en primavera comenzará a estudiar las características geológicas y biológicas del fondo marino: Harán batrimetrías, comprobarán el tipo de sustratos (si hay más arena o fango), cuál es la velocidad de colmatación y si hay salida de aguas subterráneas hacia la laguna.