Es célebre la metáfora techo de cristal: alude a la barrera invisible que dificulta el acceso y promoción de mujeres cualificadas a puestos de responsabilidad y poder. Menos conocido es el techo de cemento: las barreras que se autoimponen las mujeres en el terreno profesional por el alto coste familiar y personal que comporta el salto profesional. Autoimpuestas o no, son distintas las barreras a las que se han enfrentado las leyes y medidas aprobadas en la última década para conseguir un avance en la igualdad real entre hombres y mujeres. Especialmente en dos frentes clave: la participación de la mujer en la política y el combate contra la violencia machista.

Asociaciones feministas, tanto de la Región de Murcia como de toda España, lo llevan clamando desde hace tiempo: violencia machista no son sólo los golpes. Las actitudes, el modo paternalista de tratar a las mujeres, incluso las letras de algunas canciones, implica, denuncia este colectivo, un trato vejatorio de género.

Tristes cifras en la Región. Una década después de la entrada en vigor de la Ley Orgánica 1/2004, de protección integral contra la violencia de género, el número de fallecidas no ha conseguido frenarse. En España, en 1999 hubo 54 fallecidas por violencia machista. El año pasado fueron 60. No ha habido ningún año que bajara del medio centenar de asesinadas. En la Región de Murcia, el dato es escalofriante: es una de las comunidades con las tasas más altas de víctimas de violencia machista del país. Sólo a lo largo de 2015 se presentaron 5.034 denuncias, por parte de 4.854 mujeres, lo que significa una tasa de 66,32 víctimas por cada 10.000 mujeres que viven en la Región.

Pese a esto, la Región de Murcia cuenta solamente con 34 plazas para mujeres maltratadas en casas de acogida en toda la comunidad y únicamente con seis plazas en un piso tutelado, tal y como publicó LA OPINIÓN la semana pasada, con datos facilitados por la consejería de Familia.

En 2015, asimismo, dos mujeres murieron a manos de sus parejas en la Región: la primera en Beniel y la segunda en Lorca.

Cuota electoral poco eficaz. En la Región de Murcia, en mayo de 2015, cuando los comicios autonómicos, los ciudadanos podían elegir entre Pedro Antonio Sánchez, Rafael González Tovar, Óscar Urralburu, Miguel Sánchez y José Antonio Pujante. Ni una sola mujer cabeza de cartel. En papeles digamos ´segundones´ sí salen.

El catedrático Manuel Martínez Sospedra, de la Universidad Cardenal Herrera CEU (Valencia), revisita la cuota electoral establecida en la Ley de Igualdad de 2007 -que en las listas electorales cada sexo no supere el 60% ni baje del 40%- y constata que su eficacia ha sido «más bien escasa» más allá de su simbolismo. La tendencia al alza de la presencia de mujeres en las instituciones, afirma, fue anterior a la paridad establecida por ley y el salto más importante se produjo antes de su entrada en vigor.

En el conjunto de España, los datos reflejan el desequilibrio institucional por sexos: el 35% de concejalas, un 17% de alcaldesas, un 13% de presidentas de diputación, un 43% de diputadas autonómicas y un 34% de consejeras autonómicas. Los datos son de 2014.

Feminismo de minorías. En febrero se daba a conocer la puesta en marcha en Murcia de la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad. Responsables de este colectivo se reunieron con la edil de Derechos Sociales de Murcia, Concepción Ruiz Caballero, y le pidieron el respaldo de las instituciones para echar a andar en la Región y poner en marcha la primera Casa de Gitanas Feministas.

Alzar la bandera del feminismo en una etnia en la que se considera que la mujer está especialmente discriminada no es sencillo. Igual les ocurre a las activistas del feminismo islámico. «Iría casa por casa de todas las familias marroquíes para plantar cara a los padres y hermanos machistas que tienen a las niñas hartas», es el tweet fijado en el perfil de la joven Manal (@kadbenx), cartagenera y musulmana que realiza un intenso activismo en redes.