La noche acabó ayer con la ciudad de Qart Hadast. Y es que la batalla entre las tropas carthaginesas y las legiones de Publio Cornelio Escipión comenzó junto a la muralla de Carlos III con la luna como luz de la historia de la Segunda Guerra Púnica. Además, miles de cartageneros también fueron testigos del medio millón de watios que iluminaron la contienda, llegando a abarrotar los graderíos y cualquier improvisada trinchera, incluso desde las alturas.

Entre ambos ejércitos sumaron más de un millar de valientes guerreros. Los carthagineses trataron de vencer a la historia, pero el paso del tiempo -2224 años para ser más exactos- hicieron imposible que los discípulos de Aníbal, que estaba guerreando en Roma, pudieran soportar el asedio de las legiones. La rendición del general carthaginés Magón Giscón llegó después de poco más de una hora de teatralización. La sangre derramada en el campo de batalla sirvió para dar luz a una nueva era para Qart Hadast bajo los dominios de Escipión.

La vida de centenares de carthagineses y los aplausos del público dieron paso un desfile triunfal de las legiones. El ejército de Roma partió desde la Cuesta del Batel hasta el campamento festero. Seguidamente se escenificó en el recinto festero la liberación de los rehenes de Cartago y el acto de la Victoria. El Senado Romano y Escipión 'el Africano' bautizaron ayer con el nombre de Carthago Nova a la colonia romana que dominaría el Mare Nostrum durante siglos.