Que pasen un verano lejos de Chernobyl. Es el objetivo que se han planteado de nuevo los integrantes de la Asociación de Familias Solidarias con el Pueblo Bielorruso para que 18 niños vivan los próximos dos meses con familias de acogida de Cartagena para «sacarles de las zonas aún contaminadas de la explosión nuclear de 1986 y para procurarles un verano distinto a aquellos pequeños que viven en riesgo de exclusión social o en familias desestructuradas en su país», argumentan desde la Asociación.

Así, los niños llegaron ayer a sus casas de acogida tras un viaje desde Barcelona -a donde llegaron en avión- en autobús. Al llegar, los pequeños ya recibieron los primeros regalos: unas bolsas con regalos proporcionados por el Ayuntamiento de Cartagena. De hecho, está previsto que esta misma semana la alcaldesa de la ciudad, Ana Belén Castejón, junto a la concejala de Turismo, Obdulia Gómez, reciban a los niños y sus familias en el Palacio Consistorial.

«Se trata de pequeños que viven en zonas y aldeas que aún están afectadas por las consecuencias del incidente nuclear, por lo que durante su estancia aquí también pueden recuperar salud y alejarse de ese ambiente», afirma Santiago Martínez, miembro de la Asociación, quien anima a los cartageneros que así lo deseen a interesarse por la adopción de estos pequeños. Y no sólo en Cartagena, ya que el colectivo es de ámbito regional. De hecho, son 82 los niños que han viajado de Bielorrusia a la Región durante este verano -regresarán el 25 de agosto a sus países- para estar con una treintena de familias.

Mejoría en la salud

El colectivo tiene una página de Facebook y los números de teléfono 647368860 y 668820700, donde los interesados pueden llamar para obtener más información sobre cómo adoptar a estos pequeños.

Desde la Asociación indican que «los menores (de edades entre los 7 a 17 años) suelen regresar a su país de origen con su salud significativamente fortalecida, con un aumento de peso corporal comprendido entre los 3 y los 5 kilos por niño». Asimismo, afirman que «un mes y medio en nuestro país supone dos años más de vida para cada uno de estos pequeños».