Dios no existe o existe y es gay o quizá es mujer trans' o dicho de otro modo, lo mío es mío y lo tuyo negociable, o de otro, me salto un ojo para que tu te saltes dos, o de otro y aunque no tenga rima refranera, estamos hasta el cilindraque de esta peña de descerebrados que no hacen más que subir las audiencias de la misa de la dos en cuanto dicen que hay que cargársela.

Si estas cosas las hiciera la derecha estarían la mitad fusilados sin juicio ni defensa, pero como es asunto de la izquierda rancia no pasa nada, que en la nómina del resto está aguantar sus disparates, que para eso les hemos pagado la carrera y la ayuda de parado de larga duración hasta los 35 sin dar palo al agua.

El director del colegio Franciscanos habrá tenido que silenciosamente agarrar la brocha, también con mano izquierda, y en modo dar cera pulir cera, armarse de paciencia y letanía para repintar la fachada, igual que hace unas semanas tuvieron que hacer con una imagen de piedra de la Virgen en la parroquia de San Ginés cuando apareció con la cara embadurnada de rojo indecente y la leyenda 'euforia de género, incongruencia del sistema'.

Si yo fuera gay o trans los ponía mirando para Cuenca y luego les hacía reparar el daño con lija del uno hasta que la pared reflejara su cara en el brillo del respeto ajeno por apropiarse de lo que no es suyo, y no me refiero sólo a las vírgenes, sino a los colectivos gays, que flaco favor les hacen.

Y es que la diferencia siempre es la misma, los que dicen ser extremos de un lado, se cogen un autobús, lo pagan, ponen un mensaje y recorren las ciudades.

Puede gustar o no pero la agresión no puede llegar más allá de lo que su mensaje pueda molestar al que voluntariamente lo lee, porque tampoco es obligatorio leer todo ni aprenderse de memoria la página de contactos.

Sin embargo la respuesta del otro lado suele ser siempre la misma, adueñarse de lo que no les pertenece, destrozar hasta que se pueda, quedarse en tetas en cualquier parlamento, o hacer como esa activista postporno que se meaba en la gran vía de Murcia en plan trasvase sobrevenido y enseguida la fichó Ada Colau para llevarle la comunicación argumentando que estaba muy capacitada, claro que para alguien que no terminó sus estudios y siendo activista, actriz, okupa y luego del movimiento antiglobalización, acabó de alcaldesa, a poco que la del trasvase amarillo tenga un curso por correspondencia de esperanto ya está megacapacitada.

Pero no se encarnicen que esto no ha empezado aún, los insultos del otro día empiezan a homologar situaciones nunca vistas y es que cuando no hay nada importante que ofrecer mejor buscar titular; imagínense a Pablo Iglesias vestido de normal, sin 'me la suda', 'me la trae al fresco', 'me la pela', 'me la refanfinfla' o 'me la bufa', a quién iba a interesar siendo educado.

El profesor Tierno Galván debería levantar la cabeza y explicarles lo que dijo cuando sabiéndolo agnóstico le intentaron quitar el crucifijo de su despacho: «La contemplación de un hombre justo que murió por los demás, no molesta a nadie, déjenlo donde está». Eso era ser de izquierdas, no estas mamarrachadas indecentes.