Los músculos artificiales patentados y publicados en 1992 por el Catedrático de Química Física de la Politécnica de Cartagena, Toribio Fernández, son los únicos motores que han logrado funcionar a escala macroscópica (a simple vista), motores con los que tres científicos fueron galardonados con el Nobel de Química.

El músculo de Fernández estaba constituido por cadenas de plástico y hacía la misma función que uno natural, pues el movimiento de ambos se origina por impulsos eléctricos. En los músculos naturales estos impulsos provocan su contracción, mientras que en los artificiales el plástica hace que se doble hasta los 360º. No obstante, al funcionar con corriente se puede manejar el movimiento a propia voluntad.

Esta patente, según el catedrático de la UPCT, es el único sistema macroscópico que sigue funcionando en la actualidad.

Fernández, pionero, ya había coincidido en 2007 con los galardonados con el Nobel en una conferencia en Bruselas, y de hecho uno de estos científicos fue invitado por el propio catedrático a un evento organizado en Torre Pacheco.

Según el catedrático, uno de los retos a los que se enfrentan los músculos artificiales es superar los problemas de estabilidad que presentan. Uno de los sueños de Fernández sería adaptarlos para asistir a las personas con discapacidad.