De un paraíso costero repleto de suaves dunas a un infierno urbanístico en el que apenas cabe ya un ladrillo y que más que lugar de veraneo, se ha convertido en hormiguero humano en virtud del desarrollismo de los años sesenta y setenta. Esta es la historia reciente de La Manga del Mar Menor, que se expone de manera gráfica en el Archivo Municipal (Parque de Artillería) desde ayer y hasta el próximo 31 de enero gracias a la cesión de una colección de setenta imágenes propiedad de Antonio Solano Oliver, que registran paso a paso el proceso de urbanización que se produjo entre 1963 y 1980. Estas fotografías forman parte de unas 400 que han sido cedidas para su digitalización, de manera que pasarán a formar parte de los fondos del Archivo y podrán ser utilizadas por los investigadores.

Al parecer, todo empezó en 1582, cuando se mandó talar el bosque situado a la entrada de la lengua litoral porque en el mismo se emboscaban los piratas argelinos. Este documento, aportado por el propio Archivo, también se puede contemplar en la exposición.

La Manga es un cordón litoral de 21 kilómetros de longitud, que se extiende en dirección sur-norte desde el cabo de Palos hasta las salinas de San Pedro del Pinatar. Con una anchura de entre 100 y 1.200 metros, separa el mar Mediterráneo del Mar Menor. Esta lengua cubierta de arena estaba, en su parte más ancha, originariamente revestido de una densa vegetación consistente en el llamado pinarete de las salinas, en la entrada sur, seguido de un sabinar litoral sobre las dunas, donde dominaban las sabinas y los enebros. Algo parecido sucedía en la parte norte, con el pinatar y más sabinares.

Desde la tala de 1582 fue decayendo la cubierta forestal, hasta quedar un despejado paisaje arenoso apenas salpicado por algunas manchas de vegetación, que se han conservado mejor en la parte de San Pedro. El espectacular conjunto formado por el Mar Menor, las islas y La Manga, tal como quedó a fines del siglo XVII, permaneció casi intacto hasta los primeros años de la década de los sesenta del siglo XX, momento en el que comenzó la urbanización de la zona.

Al principio se trataba de actuaciones poco extensas y de indudable interés arquitectónico, pero en la década siguiente se producirá una desenfrenada carrera por edificar de cualquier manera todo el espacio disponible, hasta llegar, a principios del siglo XXI, a la saturación que podemos contemplar hoy. Solo una reducida extensión de terreno en el extremo sur y otra algo más amplia en el norte, han sido salvadas de la suerte general para dar un pobre testimonio de lo que fue La Manga del Mar Menor.