El 9 de marzo se celebra el Día Nacional de las Personas Desaparecidas Sin Causa Aparente y se escogió esa fecha porque un 9 de marzo, pero de hace ya 24 años, se perdió en Barcelona el rastro de Cristina Bergua, una menor de 16 años que se esfuma tras estar con su novio, con el que, según relataron luego los amigos de la adolescente, había quedado para romper. En la Región de Murcia, doce personas permanecen en paradero desconocido, según los datos que maneja Interior y SOS Desaparecidos. El caso abierto más antiguo del que se tiene constancia es de 1986: el niño de Somosierra, Juan Pedro, que se esfumó después de que el camión en el que viajaba con sus padres sufriese un accidente. Los cadáveres de sus progenitores aparecieron: del suyo, hasta hoy, ni rastro. Y en junio hará 35 años de aquello.

Juan Pedro Martínez Gómez. L. O.

Según el informe anual del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) del Ministerio del Interior, publicado este martes, en la comunidad murciana se presentaron en 2020 un total de 578 denuncias por desaparición. De ellas, 85 se contabilizan desde el 14 de marzo al 21 de junio, durante el primer estado de alarma. En estos momentos, en la Región hay 194 denuncias activas por personas desaparecidas, lo cual no significa que tanta gente se haya esfumado: hay denuncias que no fueron quitadas en su momento; otras corresponden a niños que se encuentran perfectamente localizados, generalmente fuera de la Región, con uno de los padres, y el otro progenitor denuncia sustracción parental de menores. 

De las denuncias activas (significa que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la Región siguen buscando a estas personas), una docena son de alto riesgo. Un caso se califica así teniendo en cuenta las condiciones que lo rodean.

De alto riesgo eran también casos que en 2020 se resolvieron: el de la vecina de Molina de Segura Petra Lara, cuyos restos aparecieron en La Contraparada, y el de José Alonso Marín, alias ‘El Rosao’, cuyo cadáver fue localizado enterrado en un monte de Yecla: presuntamente, lo habrían matado unos narcos. De ahí que en el informe pasado constasen catorce desapariciones inquietantes.

Restos óseos hallados en La Contraparada; en la foto pequeña, Petra. L. O.

Asimismo, Interior revela que en la Región constan 28 menores extranjeros no tutelados que se escaparon de un centro de protección en 2020: nueve de Alhama de Murcia; once, de Murcia, cinco de San Pedro del Pinatar, dos de Abanilla y uno de Alguazas.

El duelo patológico

A la pregunta de qué consecuencias psicológicas puede tener para una persona que un ser querido desaparezca sin dejar rastro, la psicóloga murciana Felipa Gea explica que «cuando una pérdida va unida a la incertidumbre, el dolor se incrementa y las dificultades para enfrentar esa pérdida se hacen mayores».

«Por ejemplo, en un duelo por muerte existe un cuerpo que facilita el tránsito por el proceso de aceptación, hay una despedida y, dependiendo de la cultura y la religión, suele también haber un ritual para dicha despedida y veneración. No ocurre lo mismo cuando la pérdida es por desaparición, aunque se haga el ritual de despedida, no hay un cuerpo o un suceso real que verifique esa despedida», subraya Gea, a lo que añade que «no existen respuestas y eso complica el proceso de duelo, lo que suele derivar en una complicación del duelo que suele cronificarse: es lo que se suele llamar duelo patológico, que, además, suele derivar en otros trastornos secundarios como puede ser el trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión, traumas complejos, etcétera». 

«Por este motivo, cuando esta pérdida está afectando de manera intensa al día a día de la persona, es necesario y fundamental la ayuda profesional psicológica. Y este tipo de pérdidas suelen cursar de esta manera por la complejidad del suceso», insiste. En una desaparición, «existe una incertidumbre empañada de esperanza que hace que no podamos dar por concluida la pérdida», precisa.