Bien. Esta ocasión es para damas y comerciantes. No es aceptable que un guerrero como yo asista a su ceremonia. Iré de inmediato a comprobar la marea, el nivel de hundimiento de vuestro barco y las posibilidades que hay de liberarlo. Yigal, considérate en tu casa de Tiro. Calypso es tu sirviente.

Nada más darse la vuelta. El palacio tornó gruta, Calypso ninfa y Yigal Hermes. Inmediatamente, tomó la palabra Calypso:

-¿Por qué, Hermes, que llevas una varita de oro, caduceo llamado, vienes a mi morada, divinidad venerable y querida? En otro tiempo, tú no la frecuentabas. Dime ahora lo que tienes en el pensamiento; mi deseo es realizar tus anhelos, si es que puedo; todavía más si es que su realización es posible.

-Me preguntas, diosa, por qué yo, que soy un dios, vengo a tu isla. Voy a responderte sin rodeos; tú me lo ordenas. Es Zeus el que aquí me envía, a mi pesar; ¿qué dios que de su grado atravesaría un mar tan vasto