El doctor Mengele fue un despiadado médico nacional socialista, que según cuentan se refugió en la selva amazónica tras la II Guerra Mundial. Allí, el malvado, se dedicó en su laboratorio a fabricar niños en serie, criados entre perros doberman y biberones con pócimas extrañas. Súperhombres insensibles de mirada fría que tenían como finalidad la creación del IV Reich.

Los niños de la Glorieta son aquellos que a la salida del colegio se zampaban la leche en polvo y el queso americano que les daban los yanquis mientras jugaban a la una la mula, entre mozas de servir, reclutas y el fotomatón en los años cincuenta.

Los niños del Ayuntamiento son otro tipo de niños que sus padres, concejales estos, llevaban de la mano a la Casa Consistorial a resolver gestiones. Aquellos niños de los ochenta han crecido y ahora son también ediles al igual que sus progenitores.

La edil de Tráfico, Seguridad y Protección Ciudadana de Murcia, María Dolores Sánchez Alarcón, pertenece a este último grupo de niños. Una mujer joven, con simpatía a raudales, inteligente y capaz, que pese a su juventud, es una de las veteranas en el equipo del alcalde Ballesta.

Una señora de rasgos limpios en un rostro que manifiesta su inteligencia. Por ello nos hemos limitado y decidido a cambiar exclusivamente su peinado, un peinado romántico, maternal y recogido, muy utilizado por las damas norteamericanas a finales de los años cincuenta cuando la revolución de los electrodomésticos. Así hemos conseguido posicionar a la señora Sánchez de forma destacada sobre sus oponentes políticos, muy inclinadas a tintes horteras y flequillos cortados con hacha. Un estilo el aconsejado que contribuye a generar confianza y seguridad en el electorado.