Estoy cansado de los gritos de los turcos, del fuego y del humo. De los encuentros sangrientos entre galeras, de los golpes de artillería, de las picas, de las armas enastadas, de las espadas, de la espesa nube de saeta. Renuncio a la Liga Santa y exijo que me paguen con creces la pérdida de movilidad de mi mano izquierda. Hasta aquí he llegado y es el momento de cambiar el rumbo de mi vida; empezaré por imaginar molinos de viento.