Décadas atrás existía la creencia de que la educación de los hijos era determinada por el nivel de estudios de sus padres. Ahora, lo que más valor tiene en la educación es la autoestima y la felicidad. Esto es lo que mide la calidad de vida de los niños. Pero ¿es la autoestima tan buena como dicen?

La autoestima es una característica que aflige principalmente a la propia persona y le ayuda a autoconstruirse y desarrollarse como una persona plena. Sin embargo, existen algunas ideas erróneas sobre este concepto que no ayudan al desarrollo de los hijos.

Existe la creencia de que únicamente la autoestima se construye desde uno mismo. Pese a esto, normalmente es desde la opinión que los demás tienen hacia nosotros donde nace la propia autoestima. Aunque hay que construirla desde el interior, la opinión de los demás son los ladrillos y el cemento para edificarla. Con los niños pasa igual. Su autoestima no dependerá de ellos, sino de los adultos que les rodean.

No es hasta los 6 años (siempre dependiendo del niño) que la autoestima de los hijos se empieza a desprender de los padres. Esta es la razón por la que hay que tener cuidado con los mensajes que se dan. Las palabras negativas pueden tener una gran mella en los más pequeños, ya que no depende de ellos construir una fuerte autoestima, en su lugar se basan en lo que escuchan de sus padres.

Como con muchas otras cualidades humanas, existe el debate de sí estas se desarrollan genéticamente o si, por el contrario, se aprenden por el ambiente en el que crecemos. Definitivamente, hay algunas como el temperamento que son inherentes al nacimiento, pero otras como la autoestima se fraguan en casa y con los adultos que rodean al niño.

La autoestima es uno de los rasgos que más va a ayudar o perjudicar a la hora de realizar tareas. Si el niño recibe una autoestima demasiado alta, probablemente no perciba la realidad tal y como es y, cuando se encuentre con un fracaso, sentirá una decepción mucho más grande. Por el contrario, si no tiene alta la autoestima, no se sentirá capaz de efectuar las tareas más sencillas.

Como se menciona anteriormente, la autoestima de los hijos se construye desde los adultos. Por eso es necesario tener en cuenta cinco aspectos:

Sobreprotección

Crear una barrera entre los hijos y el mundo exterior es, básicamente, negarles la capacidad de hacer las cosas por ellos mismos. Al restarles autonomía, mandamos un mensaje muy peligroso: «No me fio de ti, tú no puedes por ti solo». Por eso hay que dejar a los niños que descubran y exploren por sí solos. Incluso aún teniendo la certeza de que se van a equivocar, porque en eso consiste el aprendizaje.

Altas expectativas

Cuidado. Tener altas expectativas y transmitirle a los niños que pueden comerse el mundo, normalmente acaba con el mundo comiéndose a los niños. Muchas veces intentamos proyectar en nuestros niños nuestros sueños frustrados y planeamos su futuro por ellos. Proyectar expectativas sobre nuestros hijos e hijas es peligroso, porque si finalmente se equivocan se generará una doble desilusión. Una por parte del niño por defraudarte y otra por parte de los padres. Con los hijos hay que tener ilusiones, no expectativas.

Etiquetas

Uno de los factores más importantes que más limita la autoestima potencial de los niños son las etiquetas. Tanto si son buenas o negativas, estaremos construyendo un camino que el niño no ha construido por si solo. Es decir, acabaránsiguiendo o rechazando por completo la casilla en la que le hemos metido, pero negaremos por completo su autodescubrimiento. Por eso, la imagen que trasladamos a los niños respecto a ellos mismos va a afectar en su autoestima y su personalidad.

No tapar las emociones

Una de los rasgos humanos que más relacionado está con la forja de la autoestima es el apego. Las personas que crecieron con una relación segura y apegada a sus padres tendrán una alta autoestima. Por otro lado, los que crecieron con relaciones inseguras, suelen tener una baja autoestima.

Esto deriva en que si los padres cubrieron las necesidades emocionales de sus hijos, es decir, les transmitieron que eran personas válidas, seguramente, en un futuro, podrán construir con mayor facilidad una autoestima sana.

Retos inalcanzables

Las metas demasiado altas suelen ser inalcanzables para la mayoría, aunque no no son inalcanzables. Nunca habrá que negarles, si sale de ellos mismo, que pueden conseguir lo que se propongan. Pero habrá que advertirles del sacrificio que eso supone. Sin embargo, no hay que fijar en los logros y en los objetivos la felicidad, sino en la consecución de retos pequeños y alcanzables que les ayuden a ver un progreso.