Las conductas inadecuadas a la hora de la alimentación suelen ser un motivo de consulta frecuente en la práctica pediátrica clínica. Lo cierto es que la alimentación puede ser motivo de conflicto y choque entre niños y padres, sobre todo en este momento tan crucial de la vida.

Siempre que pensamos en trastornos alimenticios a nuestra mente llegan palabras como anorexia o bulimia, pero ¿qué pasa si nuestro hijo quiere comer todo el tiempo o tiene hambre a todas horas? Se conoce como el nombre de trastorno alimentario compulsivo.

Según la pediatra Candelaria Serrano, es frecuente escuchar en consulta frases como «Mi hijo quiere comer todo el tiempo», «mi hijo tiene hambre a todas horas» o «mi hijo es un glotón». Si bien las situaciones antes mencionadas no son sinónimo de que algo malo pueda estar ocurriendo, es importante prestar atención a las conductas alimentarias de nuestros hijos sin naturalizar los excesos y estar alerta sobre todo cuando estas se acompañan de un peso-talla que está muy por encima de los parámetros normales.

Durante un atracón, el niño puede comer una cantidad de alimento mucho más grande de lo que comería un niño de su edad en una situación semejante. Muchos niños experimentarán algún atracón alguna vez en su vida; sin embargo, el trastorno alimentario compulsivo se caracteriza, según explican en el informe ‘Detección precoz e intervención del pediatra en los trastornos de la conducta alimentaria’, de Ceruelo E. García, por:

- Estos atracones se producen al menos una vez por semana durante tres meses.

- Existe una sensación de falta de control en la alimentación.

- El niño come mucho más rápido de lo habitual.

- Ingiere comida hasta sentirse incómodamente lleno.

- El niño come grandes cantidades de comida cuando no se tiene sensación de hambre física.

- El niño tiene sentimientos negativos sobre sí mismo (asco, depresión, culpa) posteriores a la ingesta.

Causas y tratamiento

El trastorno alimentario compulsivo es frecuente y es importante reconocerlo y tratarlo. Existen muchas causas propuestas que intentan explicar el desarrollo de este trastorno. Si bien factores sociales, culturales, familiares y hereditarios pueden estar implicados, un común denominador en los trastornos de la conducta alimentaria son características individuales relacionadas con la baja autoestima, elevada ansiedad y depresión, que muchas veces se manifiestan con conductas alimentarias inadecuadas.

Por otro lado, el tratamiento de este trastorno será siempre multidisciplinar siendo el gran protagonista la terapia de tipo cognitivo-conductual. Será el pediatra el que primero alerte de la situación y trabajará codo con codo con otros profesionales como el nutricionista y el psicólogo.

El tratamiento tiene como objetivo trasladarle al niño hábitos de alimentación saludables, adquisición de un patrón regular y variado de comidas y recuperar un peso y un IMC (Índice de Masa Corporal) adecuado a su edad y estatura, además de evitar posibles complicaciones médicas o psicológicas y mejorar su estado de ánimo.