La catedral de Santa María de Regla de León es un templo de culto católico, sede episcopal de la diócesis de León, consagrada bajo la advocación de la Virgen María. Fue el primer monumento declarado en España mediante Real Orden de 28 de agosto del año 1844 (confirmada por Real Orden el 24 de septiembre del año 1845).

Iniciada en el siglo XIII, es una de las grandes obras del estilo gótico, de influencia francesa. Conocida con el sobrenombre de Pulchra leonina, que significa ‘Bella Leonesa’, se encuentra en pleno Camino de Santiago.​

La catedral de León se conoce sobre todo por llevar al extremo la ‘desmaterialización’ del arte gótico, es decir, la reducción de los muros a su mínima expresión para ser sustituidos por vitrales coloreados, constituyendo una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo.

La construcción de la catedral gótica se inicia hacia el año 1205, pero los problemas constructivos de los cimientos hicieron que pronto las obras quedaran paralizadas, y no se reemprendiera la tarea hasta el año 1255, bajo el pontificado del obispo Martín Fernández y el apoyo del rey Alfonso X de Castilla, siendo esta nueva catedral de estilo enteramente gótico.

El arquitecto de la catedral parece ser que fue el maestro Enrique, seguramente natural de Francia, y que ya había trabajado anteriormente en la catedral de Burgos. Es evidente que conocía la forma arquitectónica gótica de la isla de Francia. Falleció en el año 1277 y fue sustituido por el español Juan Pérez.

Sobre la puerta de San Juan, por el interior de la catedral, cuelga un pellejo, a modo de quilla, que la tradición leonesa ha identificado siempre como un ‘topo maligno’. Según cuenta la leyenda, el topo destrozaba lo construido a lo largo del día durante la noche en los primeros momentos de la magna obra del templo. Impacientándose los leoneses porque la obra de la prometida catedral no avanzaba, decidieron acabar con aquel ser maligno que no dejaba avanzar los trabajos: algunos de ellos lo esperaron durante la noche y acabaron con él a garrotazos.