El mindfulness es tan beneficioso para los niños como para los adultos. De hecho, en colegios de Holanda, Gran Bretaña y Estados Unidos ya están incorporando esta práctica en el currículo. No es casualidad, la infancia es una etapa ideal para dominar la atención plena, de manera que no solo se convierta en un hábito, sino también en una actitud con la cual afrontar la vida, afirma la psicóloga Rosario Linares.

Uno de los objetivos de enseñar  mindfulness a los niños es brindarle habilidades para desarrollar la conciencia de sus experiencias internas y externas, que aprendan a reconocer sus pensamientos y emociones, así como su impacto en el cuerpo, de manera que puedan controlar mejor sus impulsos, desarrollen su inteligencia emocional y alcancen un mayor bienestar.

La infancia es una etapa particularmente sensible en la que se pueden generar traumas que luego serán muy difíciles de superar. Un estudio realizado en la Universidad de Florida reveló que los eventos estresantes impactan inmediatamente en la salud de los niños.

Los investigadores analizaron los datos de casi 96.000 niños y las situaciones estresantes que habían vivido, desde el divorcio de los padres hasta condiciones de violencia familiar y problemas de salud. Apreciaron que los niños expuestos a tres o más eventos estresantes tienen seis veces más probabilidades de padecer problemas físicos y trastornos psicológicos o del aprendizaje.

El mindfulness se convierte en una especie de escudo protector, no solo a nivel psicológico sino incluso a nivel cerebral, conteniendo los efectos negativos de las situaciones adversas.

El mindfulness es una técnica utilizada en terapia muy eficaz para reducir los síntomas de la depresión, el estrés y la ansiedad. También es una excelente herramienta para potenciar la atención, incluso en los niños que sufren TDAH. Un estudio realizado en la Universidad de Lovaina reveló que un entrenamiento en mindfulness de tan solo ocho semanas mejora considerablemente la atención y reduce los comportamientos impulsivos. De hecho, se ha comprobado que el mindfulness provoca cambios significativos en la autorregulación, mejorando las funciones ejecutivas de los niños.

Otra investigación llevada a cabo en la Universidad de Louisville descubrió que la práctica sistemática del mindfulness mejora el rendimiento académico de los niños. Estos psicólogos explican que la meditación mindfulness ayuda a los niños a gestionar mejor la ansiedad ante los exámenes, liberando los recursos cognitivos de la memoria y el razonamiento, lo cual conduce a una mejoría en el desempeño.

A largo plazo, la práctica del mindfulness incluso puede desencadenar cambios duraderos a nivel cerebral. La amígdala de las personas que practican la meditación mindfulness es menos reactiva, lo cual significa que existen menos probabilidades de que las emociones tomen el mando y experimenten reacciones intensas de miedo, frustración o ira. A su vez, el hipocampo, la zona crítica para el aprendizaje y la memoria, muestra una mayor densidad neuronal, mientras que la corteza prefrontal, involucrada en la toma de decisiones, el razonamiento y el autocontrol, es más activa.