Como solemos decir, a lo tonto ya tenemos el último mes del año encima y pensando de qué manera vamos a pasar esta Navidad que sin duda va a ser algo distinta a la de años anteriores.

Un claro ejemplo de algo que sin duda ha sido muy distinto respecto a otros años es el inicio del curso escolar, que gracias a la implicación de docentes, padres y alumnos todo está yendo sobre ruedas.

Esta pandemia es cosa de todos, y reducir a la máxima expresión al virus es gracias a la implicación de todos los sectores de la sociedad, como es el caso de la comunidad educativa que ha tenido que implementar su esfuerzo respeto a cursos anteriores.

Por ello no quiero pasar por alto una fecha de vital importancia para todos los educadores, como es la del pasado viernes, que se celebró el día de San José de Calasanz, ‘El día del Maestro’.

Sin duda alguna la educación forma parte de nuestras vidas, y una sociedad formada y concienciada en valores hace que avance mucho más rápido dentro de un modelo de respeto a las normas.

Seguramente en más de una ocasión hemos podido utilizar la frase ‘qué poca educación’ o ‘no tiene usted ninguna educación’, refiriéndonos al comportamiento llevado a cabo por una persona, fuera de los límites del respeto o de la convivencia.

La cultura del respeto a las normas se trabaja a diario en todos los centros educativos, y todos los docentes hacen una labor excelente dentro del desarrollo de la prevención de determinadas conductas que estamos acostumbrados a verlas aún a sabiendas que están mal hechas.

Aprovecho estas líneas para reconocer la implicación y el trabajo bien hecho de todos los maestros y profesores que día a día ejercen su profesión con dedicación y esfuerzo, siendo un claro referente para sus alumnos.

Seguramente al leer estas líneas mas de uno estará recordando con alegría todos y cada uno de los maestros que tuvo durante su niñez, algo que resulta mucho más gratificante cuando al coincidir con ellos por calle aun se acuerdan de tu nombre y te saludan como si se hubiera congelado el tiempo.

Son muchos los maestros y profesores que yo he tenido, pero el primero de todos cuando tenía tan solo 4 años fue Antonio Díaz Andreo, al que cariñosamente lo llamo ‘El maestro Antonio’ y que aun sigue en activo en el Colegio de mi niñez CEIP San Félix de Cartagena.

Sigo manteniendo contacto con él y cuando coincido con el aún se acuerda sin perder detalle algunas de algunas anécdotas después de más de treinta años.

Fue muy grata la sorpresa encontrármelo el pasado mes de febrero en el Hospital de Santa Lucía, coincidiendo con el nacimiento de mis hijas Inés y María, por lo que nos hicimos una foto para la posteridad, aprovechando para darle las gracias por tantos años de dedicación e implicación.