En 2007, el método KiVa, palabra que significa 'guay' en finés y es al mismo tiempo un acrónimo de Kiusaamista Vastaan ('Contra el acoso'), echó a andar, financiado por el Gobierno de Finlandia, y desde entonces los resultados han sido muy buenos.

El programa consiste en no centrarse en la dialéctica de la confrontación entre víctima y acosador, en no tratar a la víctima para que sea más extrovertida ni en intentar cambiar al acosador para que desarrolle empatía.

KiVa se basa en influir en los alumnos testigos del acoso para que no participen indirectamente en él. Si esto se consigue, el acosador, que necesita de reconocimiento para proseguir con el bullying, depondrá su actitud al no serle rentable ser cruel en términos de popularidad. Para ello, KiVa se centra principalmente en la prevención e intervención.

  1. Trabajar las emociones o competencias socioemocionales y valores. Los estudiantes reciben una veintena de clases a los 7, 10 y 13 años —edades clave en el desarrollo del menor— para identificar las emociones de los compañeros, saber cómo se sienten por el tono de voz o la expresión corporal y reconocer las diferentes formas de 'bullying'. De este modo, ya son concienciados desde bien pequeños. «Les instruimos sobre las emociones, el respeto a los demás, valores. Son clases muy dinámicas, en las que los niños aprenden haciendo. Trabajamos especialmente la empatía. Vemos, por ejemplo, casos en los que una persona no se siente bien y analizamos el porqué», detalla Tiina Mäkelä, coordinadora del programa KiVa del Instituto Escalae.
  2. Buzón virtual en el que denunciar posibles casos de acoso bajo el anonimato. Las clases se completan con manuales para los profesores, un entorno virtual, charlas con los padres y videojuegos. «Estos últimos les gustan mucho a los niños y permiten un repaso y una simulación de situaciones auténticas de acoso escolar», continúa Mäkelä. A través de un buzón virtual, los menores pueden denunciar si son víctimas o testigos sin que nadie se entere. «El objetivo es que sean los propios niños los que hagan la autoevaluación y autorreflexión sobre cómo mejorar el ambiente y la convivencia».
  3. Profesores en los que confiar. Además, para aumentar su visibilidad y recordar a los alumnos que su tarea es ser responsables de la seguridad de todos, los profesores que vigilan el recreo usan chalecos reflectantes.
  4. Apoyar a la víctima y sensibilizar a los testigos. «Únicamente con la prevención no vamos a ser capaces de reducir el acoso escolar. Por eso hace falta un equipo de especialistas que, en caso de que se sospeche que hay una situación de 'bullying', pueda empezar a trabajar de forma sistemática», apunta Mäkelä. Así, el equipo KiVa lo suelen formar tres profesores, que son también los encargados de actuar en cuanto se tiene conocimiento de un caso de acoso. Primero hablan con la víctima para darle apoyo y tranquilizarla. Posteriormente, se dirigen al presunto acosador y a los testigos, piedra angular del programa, para sensibilizarlos.

Kiva en España

Los materiales de KiVa, elaborados en inglés, se han traducido al castellano y ya hay varios colegios en ciudades como Madrid o Málaga, como el Colegio Escandinavo y el Colegio Internacional Torrequebrada, respectivamente, que ya están implementando este programa contra el acoso escolar. En enero de 2017, 52 ikastolas de Euskadi y Navarra se sumaban a esta iniciativa 'antibullying' en la lengua euskera, con la participación de más de 18.000 alumnos.

«Somos conscientes de que el acoso escolar no se puede erradicar totalmente, pero sí es posible disponer de herramientas y procedimientos específicos que sirvan para prevenirlo y reducir el número de casos. Lograrlo es tarea de todos: dirección, profesores, personal no docente, padres y alumnos», subraya Mäkelä. Eso sí, KiVa exige ser sistemáticos y constantes. «No es un plan para unos meses y, luego, a olvidarse».

Según sus defensores, además de ser un método eficaz contra el temido acoso escolar, al mejorar la convivencia en las aulas, los menores acuden contentos al colegio porque se sienten seguros, lo que aumenta su rendimiento escolar.