Apuntes al natural

Aquí se vive como en el Sáhara

Vida militar

Vida militar / Enrique Nieto

Enrique Nieto

Enrique Nieto

Otra ola. Aquí estamos, con la decimonona ola de calor de este verano quemándonos los más recónditos rincones de nuestro cuerpo. Y yo que decía, ‘¿Cómo puede vivir la gente en o cerca del desierto del Sahara?’ Pues, bueno, ya lo sé, como estamos viviendo nosotros este verano. Hay quien ha decidido poner aire acondicionado en las casas de la playa, pero yo me niego a ello. Aquí, siempre, cuando ha hecho calor, nos hemos bañado en el mar o hemos abierto todo para que se forme corriente. No cedemos ante el calor.

Largo baño. Un hombre mayor a su mujer, entrando en el mar a bañarse: ‘Hoy me voy a dar ‘un baño de asiento’ de más de dos horas. No me voy a salir hasta que no se me arrugue hasta el alma’.

Fracaso de pacto. Me da la impresión que los amores entre PP y Vox no andan muy bien. Parece que Miras y Antelo no van a poder llegar a una cohabitación fructífera. Me temo que en las negociaciones entre estos dos partidos para el apoyo a los Populares en la Mesa del Congreso este tema ha estado presente, y, o bien Feijóo les ha dicho: ‘Lo siento mucho, hermanos, pero el Fernando este se me ha empecinado en que no traga y no puedo hacer nada porque es joven pero es muy suyo’, o sencillamente les ha comunicado que Murcia no se vende por un plato de votos, que sería lo ideal, pero que seguro que no ocurrió.

Actriz y modelo. Ángela Molina, 67 años, va a ser modelo en la nueva campaña de Zara. Una buena noticia. Una magnífica actriz y una mujer llena de naturalidad y de verdad cuando habla. En teatro es tremenda y en cine espectacular. Cuando ella era muy joven coincidimos en Madrid. Es una mujer de estatura muy reducida pero tan proporcionada que en la pantalla se la ve perfecta. En el año 1977 hizo con Buñuel Ese oscuro objeto del deseo y ya quedó claro que la hija del cantaor Antonio Molina era alguien realmente especial.

Buena causa. Una mujer le habla a su marido en una terraza, leyendo una revista: ‘Qué bonica, la Victoria Federica ha subastado el vestido que llevaba en una fiesta para una causa benéfica’. Él le pregunta: ‘¿Pero se lo quitó allí mismo?’

Serie. Estoy viendo la tercera temporada de la serie española La caza, esta vez rodada en Sanlúcar de Guadiana, un pueblo a orillas de este río en la frontera entre Portugal y España. Es tan bonito este lugar que estás deseando que se vea en la pantalla alguna toma general en la que salgan sus casas y sus calles. Qué preciosidad, oiga. En cuanto a la serie, está bien, mantiene el nivel de las otras temporadas y el guion funciona. Sin ser la repera de buena, se deja ver y entretiene. Aunque, ya saben, en verano se ve mucho menos la televisión.

Actividades vacacionales. Un hombre a otros, en la terraza de su casa, junto al Mar Menor: ‘En cuanto termine de jugar al parchís, me voy a bañarme, aunque sea de noche’.

Lectores. A veces hablo con un amigo que suele leer en ebook y le digo que no me acostumbro a hacer lo mismo, que me sigue gustando leer en papel. Reforzando mi posición diré que acabo de leer un libro cuyo contenido es bueno. Se llama Atlas del bien y del mal, escrito por Tsevan Rabtan, con prólogo de Manuel Jabois y es interesante. Pero quizás lo mejor sea cómo está editado. Tapa dura, papel de la máxima calidad, ilustraciones extraordinariamente realizadas por una mujer de Chile, Alejandra Acosta, en tinta china. Cada página un placer. Me falta decir que este libro me lo ha prestado el amigo que suele leer en ebook, o sea que a él también le gustan las buenas ediciones en papel.

Vida militar. La princesa Leonor va a hacer la mili y esta semana ha ingresado en el cuartel correspondiente. Espero que a ella no le hagan lo que nos hicieron a nosotros, los de mi quinta, el primer día que entramos en el CIM de Cartagena. Era el 2 de enero y hacía un frío terrible. En primer lugar, nos pelaron al cero las partes bajas de la cabeza y al 1 la parte superior. Luego nos hicieron desnudarnos del todo y nos mandaron a las duchas que estaban al otro lado del patio, o sea que hubo que cruzarlo temblando como perricos pequeños. Después nos dieron la ropa y nos mandaron a la brigada a acostarnos solo con una manta. La sensación de dormir sin pijama, solo con la ropa interior, sin sábanas, con aquella manta que picaba como un demonio, fue realmente terrible. A alguno de los muchachos se les oía llorar. Espero que a la princesa la traten mejor.

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