Las fuerzas del mal

From lost to the river

Enrique Olcina

Enrique Olcina

Resulta curioso que a todos nos haya pillado por sorpresa la decisión del Presidente del Gobierno cuando ha escrito un libro, Manual de Resistencia, que, como su propio nombre indica, son instrucciones. El libro quizás tendría que haber tenido un título más explícito, algo así como «Te voy a poner el intermitente en la rotonda, a ver si te das cuenta de la salida que voy a tomar», pero no hubiera cabido en la portada.

Los que han tachado a Pedro Sánchez de soberbio, orgulloso y egoísta podrían haber deducido como escenario que no se preste a hacer de moro muerto para que le asesten gran lanzada, una y otra vez, en el Senado, en el Congreso y en el partido. Quizás han descubierto, con la sorpresa con la que piensa el ladrón que son todos de su condición, que ni el Falcon ni la red carpet de la Presidencia de la Unión Europea le importaba tanto como sus críticos decían. Ya dijo no a la sombra tranquila de un escaño en el Congreso, a cambio de votar a Rajoy, y se tiró a la carretera. Ya fue a por una mayoría fallida. 

Ni siquiera es oportunista. Sánchez tenía sobre la mesa en la noche electoral tres crisis, tres, que concernían al día a día y al medio plazo del país, un gordo nudo gordiano que deshace de un tajo. La del gobierno, que pedía una reforma de gabinete, la del partido, que implicaba el runrún de un eterno mes de marzo lleno de idus, y así hasta diciembre, y la de país, que había dicho que había que cambiar. Aparte, la de sus socios de gobierno, que no habían estado a la altura después de nueve meses roquemepega, pégameroque, en parte responsables de este descalabro. Sánchez, de hecho, no cae preso del síndrome de la Moncloa. No se encierra ni deja que un bolso en su escaño represente en momentos críticos tan alta institución del Estado.

Resuelve con esta decisión las tres crisis. La de gabinete, lo disuelve. La de partido la aplaza, y ya vendrá esa batalla después. Le pide al país que se pronuncie directamente sobre el tema, mientras mete prisa a sus socios para que sumen o se aparten. Pronto sabremos la respuesta a esas cuatro incógnitas, mejor que esperar a diciembre. Y si Feijóo tiene que ponerse al frente de la presidencia europea de turno, veremos si defiende los intereses españoles con la solvencia de Pedro o nos pone a los pies de los caballos. 

Un par de bolas extra. La marca Unidas Podemos es tóxica. Quienes los encarnan generan una profunda antipatía incluso en los votantes de IU porque se les considera responsables de esa desunión. 

Quienes desde el PP habían acusado a Sánchez de ir de blanco el día de la boda conservadora con el electorado han encontrado en el adelanto, que habían estado pidiendo con insistencia y que se ve que ahora les viene fatal, la palanca ideal para intentar un trágala a sus posibles socios de gobierno. 

Pues ya está, casi todos contentos. Y luego que si 'Perrosanxe' es malo.

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