Tiempo y vida

El toro del corniveleto

Estamos, quizás, frente a la mejor representación de bóvido del arte rupestre levantino

Abrigo del Corniveleto (Nerpio)

Abrigo del Corniveleto (Nerpio)

Miguel Ángel Mateo Saura

Apreciado lector, ahora que ya hemos compartido varias etapas de nuestro viaje por el arte rupestre prehistórico le pediría su complicidad en un sencillo ejercicio mental, y que se convirtiera en el protagonista de la escena que se narra en las siguientes líneas. Pongámonos en situación. En un instante, ha viajado en el tiempo varios miles de años atrás y se encuentra de pie en el borde una pequeña covacha que se asoma al cauce del río Taibilla, en Nerpio. 

En una mano sostiene un pequeño trozo cóncavo de madera que le sirve de paleta, en la que hay un poco de pintura de color negro. En la otra sujeta un rudimentario pincel que ha elaborado previamente con pelo de animal o, quizás, una pluma de ave. 

Y dando todo el sentido a esta escena, en su retina mantiene grabada la imagen de un toro, uno de esos animales que tantas veces ha visto en su entorno, pero que ahora mismo no tiene delante. Se dispone a pintarlo sobre la pared de la cavidad y el resultado es la extraordinaria figura de prótomo de toro que puede ver en la fotografía que acompaña a este texto.

El abrigo del Corniveleto, lugar donde se encuentra esta representación, fue descubierto en 2006 por José Ángel Gómez Blasi, vecino de Nerpio, en la zona cercana al embalse del Taibilla. Es esta un área del mayor interés para el estudio del arte prehistórico ya que, más allá de las fronteras administrativas actuales, que de poco sirven cuando hablamos de Prehistoria, los yacimientos de Nerpio y Letur en Albacete, junto a los de Moratalla en Murcia, forman un grupo dentro del arte levantino con unos rasgos propios. En este sentido, en un artículo que publicamos en el número 1 de la desaparecida revista Cuadernos de Arte Rupestre allá por 2004, ya propusimos concederle una personalidad propia dentro de ese estilo y denominarlo como ‘grupo del Alto Segura’. Se trata de un potente conjunto de pinturas que afecta a un amplio territorio, cuya influencia llega a zonas limítrofes de Jaén y Almería, y con el que, en Murcia, debemos relacionar también los yacimientos de estilo levantino de las Tierras Altas de Lorca y los de Mula.

En el conjunto del Corniveleto hay pintadas una docena de figuras, todas de color negro, que pertenecen en su mayoría a ese tipo de motivos que conocemos como ideomorfos o signos, de los que nunca podremos reconocer a qué elemento de la realidad o, en su caso, concepto se referían. Junto a ellos vemos lo que podría ser la imagen de un prótomo de caballo, aunque se encuentra en muy mal estado de conservación, y destacando por encima de todas ellas la magnífica cabeza de toro con la que hemos iniciado nuestro relato. Firmado por Antonio Carreño Cuevas y Miguel Ángel Mateo Saura, el estudio del yacimiento fue publicado en 2011 en el número 56 de la revista Al-Basit, editada por el Instituto de Estudios Albacetenses ‘Don Juan Manuel’.

Con unas dimensiones de 30 cm, la figura se orienta hacia la derecha y se ha representado de perfil, si bien la cornamenta se ve de frente. Está bien proporcionada y ha sido muy cuidada en sus detalles anatómicos, lo que revela el buen conocimiento que tenía quien la pintó de las características morfológicas del animal. Con un aspecto macizo, compacto, la cabeza es más bien corta, con una marcada tendencia triangular, quedando rematada con un morro recto y una quijada también rectilínea. Por su parte, la cornamenta, que no termina de articular bien con el cráneo ya que se dispone por encima de la testuz, presenta una forma general muy abierta en U, con una cuna amplia, adquiriendo los pitones una doble curvatura que le confiere una apariencia en forma de lira. Las orejas se han representado mediante dos cortos trazos pareados, que se sitúan en la parte de atrás, justo debajo de la cornamenta.

Sin duda, se aprecia en ella un notable interés por dibujar una imagen lo más fiel posible a la realidad, y ello, aunque no fuera la intención última, lleva a crear algo hermoso. Y esa búsqueda de lo real es tan marcada que su autor cometió un pequeño error en el trazado del asta izquierda del animal (derecha para el espectador), que hubiera pasado inadvertido para todos y que en modo alguno hubiera disminuido la calidad de la figura, pero que no dudó en rectificar. El resultado, teniendo siempre presente que ha sido pintada a mano alzada, es la representación de una cornamenta perfectamente simétrica.

La extraordinaria calidad de esta figura no encuentra paralelo alguno en las otras imágenes de bóvidos del grupo del Alto Segura, que no son muchas de otra parte, apenas una decena, pero es que tampoco lo reconocemos fuera de él. Si acaso, alguno de los toros de los conjuntos del Prado del Nevazo y la Cocinilla del Obispo en Albarracín (Teruel), o en los abrigos de Marmalo en Villar del Humo (Cuenca), se podrían emparentar con este otro del Corniveleto, pero ni siquiera en ellos terminamos de advertir tal nivel de perfección en los detalles. 

Así las cosas, esta figura ha sido incluida en el arte levantino de los últimos grupos de cazadores recolectores, pero por su propia caracterización como prótomo, que en absoluto es algo frecuente dentro de este estilo, por su acusado refinamiento y dada la tipología de los otros motivos que la acompañan, no habría que descartar para ella una antigüedad mayor. 

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