ERRE QUE ERRE (ROCK AND ROLL)

Etapas que hay que pasar

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Todo lo que decimos o hacemos inevitablemente tiene una consecuencia directa para nuestra vida, es ley causa efecto, no hay más. Sólo que con unos suele ser más benevolente que con otros. Algunos lo llaman suerte, para otros es trabajo. Luego están los budistas con ese jipismo ingrato al querer demostrar que las acciones son las responsables de traer la felicidad, mientras se juegan la admiración del respetable que censura un beso en la lengua. 

No se me ocurre un acto más ruin, ignominioso, miserable y mezquino que el propuesto desde una posición de privilegio, y si la consecuencia de ese acto lleva implícita la agresión a un niño, no tiene perdón. Hace unos días, con motivo del Bando de la Huerta, mi hijo de 13 años salió por primera vez con sus amigos. 

El trato era hablar a cada hora para saber cómo acontecía el día y por supuesto que me llamase o enviara un mensaje cuando llegase a casa del amigo con quien se quedaba a dormir. En ese hogar, se que está cuidado, protegido, es querido... Pero no me avisó cuando llegó, que es lo único que le pedí. Tampoco contestó mis mensajes. Los que sois padres podéis entender lo largas que se hacen doce horas sin saber nada de un crio de esa edad. 

La adolescencia es una realidad innegable e indiscutible, y el comportamiento tanto de padres como de hijos a veces resulta adverso y desgastante. 

Me pasé y soy consciente, los improperios que le solté para nada fueron un alivio a mi estrés, pero las consecuencias están siendo desproporcionadas ya que desde ese día apenas lo he visto en contadas ocasiones... Imagino que esto sucede cuando no se rema en la misma dirección que las otras partes. Ahora, tras haber entonado un Mea Culpa público por haber soltado esas lindezas al ser humano que más quiero en la vida, mi hijo, sólo queda redimir mis errores a golpe de reflexión y esperar mientras me sumerjo en Sweet Little Sixteen de Chuck Berry o en Teenage Kicks, The Understones, con el propósito de entender, tener una visión generacional hacia ese período de cambios vitales que todos hemos pasado. Toca hacerle frente a la realidad y ser consciente de que los tiempos y las relaciones cambian. Tener en cuenta que ser hijo en una familia monoparental o de padres antagonistas y separados, puede precipitar un desarraigo o una falta de referentes que por todos los medios debemos evitar para no caer de repente en una espiral que nos haga tocar fondo porque sea demasiado tarde. 

Cómo me gustaría rebobinar para mostrar el apoyo que nos de fuerza y seguir avanzando. 

Decidme que se puede.

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