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Belén Unzurrunzaga.

Salud y rock and roll

Belen Unzurrunzaga

Solo si digo sí, será sí

No soy experta en leyes, ni estoy familiarizada con los términos jurídicos. He tenido que leer varias veces los artículos que explican qué ha ocurrido tras la aprobación de la ley del ‘Solo sí es sí’ en octubre del año pasado. Y es evidente que la aprobación de la norma ha traído como consecuencia la revisión de condenas por sentencias firmes en lo penal, ya que se estableció una nueva horquilla de penas. Esto ha ocasionado que algunos condenados se hayan beneficiado de rebajas en sus condenas, siendo exactos: 721 condenas revisadas y rebajadas, y 74 excarcelados.

Es evidente que algo ha fallado. El sistema ha fallado. Los responsables no han sido capaces de hacer autocrítica, dar un paso al frente y admitir el error. Unos y otros han entrado en una guerra política, mientras las víctimas han sufrido y sufren aterrorizadas. Porque no se olviden de algo, ellas cada vez que cierran los ojos, reviven lo ocurrido, se sienten culpables. Sus vidas cambiaron por completo, pero eso a unos y otros parece no importarles. El ruido, la tensión política y la ideología ganan la partida. Somos todas las mujeres las que perdemos. Para que luego digan que no es necesario ser feminista.

Algo tengo claro, no aplaudo el acuerdo entre PSOE y PP. ¿Saben por qué? Porque el consentimiento ha dejado de estar en el centro, pueden decir lo que quieran, pero es verdad. Ahora las mujeres tendrán que demostrar haber sido agredidas: si no hay heridas, marcas o violencia puede que no haya habido agresión. Siempre teniendo que demostrar ante todos y ante todo. Siempre juzgadas. ¡Qué injusto!

¿Saben lo que es quedarse paralizada ante el pánico? Preferir que todo pase cuanto antes, no decir nada por si es peor, parece que esto no se tiene en cuenta aunque ocurre...

Es otra forma de abusar, de agredir, de violar, y me resulta increíble que en 2023 tengamos que seguir demostrando que nos violan y nos agreden aunque no haya marcas. La mayor marca está en el interior de cada mujer que ha sufrido una violación que no ha consentido tener relaciones sexuales. ¿Es tan difícil de entender?

Pues parece que sí, porque niñas de 12 años salen de cuartos de baño de centros comerciales en shock buscando ayuda tras haber sido violadas en manada y todavía se les dice que se vayan porque no las creen. Vivimos en una sociedad que nos cuestiona constantemente y los casos de violaciones en grupo entre menores aumentan. Todo es ruido, ideología y ganar la partida electoral. Se necesita educar en feminismo, necesitamos protegernos como mujeres ante todo tipo de abusos, porque hay abusos y agresiones sin marcas. Esto me recuerda lo que contaba mi querida Lydia Cacho sobre México y cómo las mujeres solo podían denunciar si las heridas producidas por sus abusadores y maltratadores duraban varios días, allá donde el valor de la mujer es insignificante. Las comparaciones son odiosas, pero a veces necesarias.

Señorías del PP y del PSOE no se enorgullezcan de la reforma de la ley del ‘Solo sí es sí’, porque creo que retrocedemos.

También creo que la ministra Irene Montero se equivocó en la aprobación de una ley cuya deficiencia era evidente en los mentideros jurídicos. En juego está el dolor y el trauma de mujeres y niños agredidos y violados. Y la clase política está haciendo de todo esto un show más, parte de la campaña electoral para sumar puntos, o salir bien en la foto. Pero unos y otros decepcionan, al menos a mí.

No soy experta en leyes, pero sólo si digo sí, será sí. No valen interpretaciones, ni dar por hecho. Vale nuestra palabra, nuestro deseo y nuestra libertad.

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