En fin

La historia

Manuel Moyano

Tuve que tratar cierto asunto con unos colombianos.

Subíamos juntos en el ascensor cuando reparé en nuestra imagen en el espejo.

Uno de ellos –piel oscura, cráneo alongado–conservaba bastante de sus ancestros indios.

En cuanto a mí, con mi barba entrecana y mis ojos claros, tenía toda la pinta de un conquistador de los que acompañaban a Pizarro.

Quinientos años de historia –pensé– se condensaban en aquel reflejo.

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