Plaza pública

Las clases de religión

Rosario Segura

El otro día en Twitter me topé con la denuncia de un padre a un profesor de religión que imparte clases en un colegio público de Murcia, el cual no voy a citar por respeto a los otros profesores, aunque la dirección haya hecho oídos sordos a este requerimiento.

Me llamó la atención el video colgado en redes sociales, por el rostro de este señor, que, aunque valiente, dejaba entrever signos de angustia, algo de tristeza y rabia contenida, ya que tras poner en conocimiento en una comisaría murciana la denigración y escarnio al que estaban sometiendo a su hija, sin embargo, al día de hoy no ha obtenido respuesta de ninguno de los lados, según declaraba. Es decir que ni de la Consejería de educación, ni tan siquiera del obispado de la diócesis de Cartagena han dado muestra de interés y mucho menos de reparación.

Entré en la página web de la Conferencia Episcopal en el apartado el “profesor de religión católica”, en el cual definía el perfil del profesional dedicado a impartir esta disciplina. En ella se refleja de forma palmaria que el profesor debe de ser un buen educador; maestro en humanidad; sembrador de fraternidad; anunciar la buena noticia de salvación de Jesucristo y testigo de Cristo en comunión con su iglesia…. además de una serie de retahílas interesantes e imprescindibles del educador, que se supone que debe de impartir la enseñanza de la religión católica en los centros educativos, tanto público como concertados o privados.

Cualquier persona que siente la vocación de dedicarse a la nobilísima tarea de la enseñanza y más si va dirigida a chavales que tienen que formarse como ciudadanos responsables y civilizados, debe de al menos saber respetar a los alumnos.

En el caso de impartir religión católica, y con la está cayendo en el seno de la Iglesia, estimo que los que eligen a los profesores se han de esmerar en cuidar escrupulosamente las condiciones del profesorado.

Un profesor nunca debe de señalar a un alumno/a y mucho menos para ridiculizarle delante de sus compañero/a, los cuales se le puede dar Patente de corso para hacer bullying.

Todos sabemos que hay edades peligrosas en los que el rechazo de los compañeros de clase y más si en una chica, se sobredimensiona y puede tener consecuencias psicológicas nefastas y de difícil tratamiento en salud mental.

Solo nos faltaba que a los datos de fracaso escolar en la región de Murcia que están a la cabeza de todo el territorio nacional, se les sumara otros de acoso (no solo por parte de alumnos) o de suicidio en adolescentes.

Si este hecho es así y con educadores de esta categoría más valdría suprimir la religión en los colegios públicos.

Suscríbete para seguir leyendo