La balanza inmóvil

Copaternidad

De aquella familia heterosexual y formada, tras un cálido y sincero matrimonio canónico, se extendió la costumbre, que ahora ya es mayoritaria, de contraer matrimonio sólo civil. Bien sea en un juzgado, que tardará mucho más que si lo contraes ante una notaría, pero ya no es gratis. Pero lo que más se estila en la actualidad es no casarse. Es decir, ser una pareja de hecho (que las prefiero a las de desecho que siguen casadas), de facto (valga la redundancia) o inscritas en un registro de parejas de hecho o una declaración ante notario. Requisitos esenciales para que el derecho te reconozca, por ejemplo, la pensión de viudedad.

La familia tradicional, por tanto, ha quedado más atrás que la ausencia de corrupción en algunos negocios o en el fútbol. Ahora, lo que se estila es carecer de contrato matrimonial e incluso una monoparentalidad, pues ya no se necesita de otra persona para adoptar. Véase el ejemplo de Miguel Bosé y Nacho Palau y sus cuatro hijos: Diego, Tadeo, Ivo y Telmo. Pero como el Derecho está obligado a seguir los pasos de las pautas, que va marcando una sociedad determinada en cada momento (aunque en ocasiones se aparte de ella, véase malversación), ya no basta con la posibilidad consentida legalmente de la adopción de un menor, tanto por pareja heterosexual, como homosexual, e incluso por una persona sola, o la mismísima reproducción asistida, con esperma de varón conocido o anónimo, sino que se está dando un paso más en esta materia, como es la copaternidad.

Lástima que como algunos apuntan se pueda convertir en un negocio más, con la aparición de agencias de copaternidad, cuya misión es poner en contacto (cual si de Tinder se tratara) a personas que no pueden tener hijos, sin necesidad de enamorarse, y ni siquiera de tener sexo, con la única finalidad de procrear. Los futuros progenitores firman un contrato y gracias a la reproducción asistida tienen un hijo/a/e, cuya patria potestad compartirán. Es decir, unas medidas propias de una separación o divorcio, pero sin conexión alguna previa.

Te apuntas a una web para conocer a una mujer o a un hombre que tenga tus mismas pretensiones de crear una familia, bien sea porque se te pasa el arroz, porque eres un lobo solitario y antisocial o simplemente porque no encuentras a nadie capaz de crear una familia contigo. Y para eso se ha inventado una nueva Celestina, con medios mucho más sofisticados que los inventados por Fernando de Rojas para unir a Calixto y Melibea. Ya no se precisa siquiera una mera relación sentimental para procrear, solo apuntarse a la web, esperar a que alguien de tu mismo o distinto sexo coincida con tus pretensiones o forma de pensar, y adelante: a tener un vástago. Previamente incluso hasta puedes pasear y cambiar impresiones sobre la vida en general para saber si eres o no del mismo palo religioso, político o educativo, Dicen que la mayoría de las personas que se apuntan son gays y mujeres solteras entre 33 y 43años y los hombres entre 37 y 47, y casi siempre con alto nivel económico y con importante cultura en general. Pero si esto es una estadística como las que encargan los Gobiernos a uno de sus organismos, no se la crean en absoluto.

Si usted está interesado en esta forma de procrear, sepan que no es algo informal, pues se necesita plasmar por escrito los acuerdos que se adopten y llevarlos al juzgado para su aprobación. La única diferencia es que se ponen en contacto las personas, no para ligar, ni para tener una relación sexual o sentimental, sino para formar una familia, de una manera mucho más moderna y avanzada que la conocida como tradicional.

Si se quieren ver ventajas, aparte de ser unos hijos desde luego buscados y deseados, es que al menos en ocasiones ambos progenitores harán alguno que otro plan juntos con su descendencia. Cosa extraña cuando los padres se han separado o divorciado a la gresca.

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