El prisma

Descanse en paz

¿Tiene futuro el Trasvase Tajo-Segura?

Pablo Molina

El aumento artificial de los caudales ecológicos establecidos por el ministerio de Transición Ecológica va a reducir de manera brutal el agua trasvasada, pero eso es solo la primera etapa de una tendencia que tiene como objetivo final el cierre definitivo

El Trasvase Tajo-Segura es una de las infraestructuras más rentables de la Historia de España. Los que crecimos en la Murcia rural de los años 70 recordamos las condiciones de vida de los trabajadores agrícolas, que eran la mayoría de la masa laboral en aquel tiempo, obligados a emigrar a otras partes de España o, directamente, al extranjero, porque aquí no había trabajo, especialmente durante el invierno. La llegada del agua del trasvase puso en explotación medio millón de hectáreas de tierra yerma y contribuyó no solamente a un aumento exponencial de la riqueza de la zona, sino también a fijar a la población rural evitando la emigración forzada, como era habitual hasta ese momento.

Sin el Trasvase Tajo-Segura, el sureste español sería parte de la España vaciada, lo que dice mucho de la importancia de esta infraestructura en términos sociales, aunque se trata de un hecho que suele pasar desapercibido para los que no han conocido el antes y el después de su puesta en funcionamiento.

Solo por eso, los partidos políticos deberían pelear por ser más trasvasistas que sus adversarios. Sucede, sin embargo, exactamente lo contrario, lo que dice mucho de la calidad de nuestra clase política y de la manera en que miden en su balanza particular los intereses nacionales y los meramente electorales.

Aunque la amenaza sobre la vida del Trasvase Tajo-Segura siempre ha estado presente, a Sánchez hay que agradecerle la franqueza de su Gobierno para acabar definitivamente con el uso compartido de un recurso nacional como es el agua de los ríos. En eso está el inefable Hugo Morán, un señor de Asturias que no entiende la importancia del agua en el desarrollo de amplias zonas de España ni tiene el menor interés por aprenderlo. Él está para cerrar el trasvase, aunque eso suponga una catástrofe ecológica de primer orden, lo que no está mal para un tipo que cobra, precisamente, por ejercer de secretario de Estado de Medio Ambiente.

Pero la última cacicada del sanchismo no puede ocultar que también el PP ha llevado a cabo desde hace décadas grandes esfuerzos para acabar con esta infraestructura. A este respecto me gusta recordar que María Dolores de Cospedal, entonces secretaria general del PP a nivel nacional, firmó una reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha que establecía la derogación del Trasvase Tajo-Segura para 2015. El artículo en cuestión fue eliminado finalmente en el Congreso de los Diputados, pero la intención era evidente: el PP también quiso acabar con el trasvase.

El aumento artificial de los caudales ecológicos establecidos por el ministerio de Transición Ecológica va a reducir de manera brutal el agua trasvasada, pero eso es solo la primera etapa de una tendencia que tiene como objetivo final el cierre definitivo. Los trasvases desde la cabecera de los ríos tienen el problema de que en ese punto son poco caudalosos, pero precisamente por eso se intentó construir el trasvase del Ebro como parte nuclear del tan necesario Plan Hidrológico Nacional. Zapatero lo canceló para que Carod Rovira le permitiera instalarse en La Moncloa y ahí acabaron las esperanzas de que España, como cualquier otro país medianamente civilizado, pudiera enviar un recurso nacional como el agua desde donde sobra a donde hace falta. La izquierda se cargó el trasvase del Ebro antes de construirlo y ahora va a dinamitar el del Tajo tras medio siglo trayendo prosperidad al Levante español. Como siempre, el PSOE tan constructivo.

Lo asombroso es que haya gente que todavía sigue sin explicarse cómo es que el PSOE murciano lleva un cuarto de siglo en la oposición.

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