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Carta de un expresidente

Alberto Garre

La Reina

Tras su reinado todavía habrá quien siga manteniendo que la monarquia es el problema

Cuatro días antes de mi nacimiento, el 6 de febrero de 1952, falleció el Rey Jorge VI del Reino Unido. Su hija fue coronada el 2 junio de 1953, setenta años y dos siglos contemplan su mandato, hasta su reciente fallecimiento el pasado día 8 del presente mes de septiembre de 2022, a los 96 años de edad.

La estabilidad institucional es un elemento clave en cualquier política democrática, y la Corona británica, con el reinado de Isabel II, era vivo ejemplo, hasta el pasado día 6, de la consolidación de una estabilidad que los ingleses sabrán perpetuar, como corresponde, a la memoria de quien la hizo posible durante tantos años.

Desde Winston Churchill hasta Boris Johnson, catorce primeros ministros han dirigido la política de aquel país bajo su reinado. Hasta cuatro papas, Juan XXIII, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco se reunieron con ella.

Las monarquias tienen el deber de reinventarse cada cierto tiempo y la corona británica fue meticulosamente modernizada durante su reinado y todos esperamos que escrupulosamente preparada para el futuro.

El episodio de la muerte de la princesa Diana y otra serie escándalos familiares los vivió a un tiempo con el alma herida de una madre y abuela y la entereza exigible a una reina.

Con esa misma integridad entre 1957, con la independencia de Ghana y 1970, año en el que la mayoría de las colonias africanas y caribeñas de Gran Bretaña se habían independizado, mantuvo su carácter liberador de los pueblos, que concluyó con la entrega de Hong Kong a China el 1 de julio de 1997.

En ese mismo ánimo reconciliador visitó Irlanda en 2011, 28 años después de su independencia, mostrando su empatía con todos aquellos que habían sufrido ‘un problemático pasado’ entre dos países.

El 31 de enero de 2020 la reina entregó su consentimiento real refrendando la decisión del Reino Unido para abandonar la Unión Europea sobre el referéndum británico llamado Brexit, como corresponde a las coronas monarquicas.

Al hacer repaso de la trayectoria de la Reina Isabel II de Inglaterra, país con un sistema de monarquia constitucional muy parecida a la nuestra, donde su titular es el Jefe del Estado, como aquí, visto el profundo desarrollo político, social y económico de aquel país, como también el nuestro, uno y otro con sus luces y sombras, terminó asombrado leyendo o escuchando a aquellos que en nuestra nación manifiestan que la monarquia es el principal problema del país.

Tras el reinado de esta gran mujer habrá todavía hasta quien sostenga que las monarquias son discriminatorias por razón del sexo.

Si Inglaterra ha mantenido ejemplarmente su estabilidad institucional no ha sido solo por el profundo respeto de sus gentes a la democracia, si no también porque al frente de esa nación también había una señora estadista. DEP.

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