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Una residencia de ancianos.

Tribuna libre

Acoso y derribo

Nos duele enormemente que desde el sector mercantil de las residencias de este país y algunas de esta Región se intente acusar a la enfermera especialista en geriatría de querer extorsionar a los gerentes y directores de algunas entidades al negarse a trabajar para ellos por salarios ofensivos, denigrantes y esclavistas

Los tiempos cambian a una velocidad espeluznante. No hay duda. A pesar de ello, siempre ha habido un respeto por el periodo estival que tradicionalmente se ha traducido en un respiro laboral, y de polémicas. Parece que este verano no va a ser así para las enfermeras españolas, ni para las murcianas.

Más allá de la polémica suscitada por las declaraciones del presidente del colegio de médicos de Sevilla, en las que sin el más mínimo pudor denigraba a la nueva consejera de sanidad andaluza, simplemente por mero hecho de ser enfermera. Hasta entonces pensaba que este sería uno de los hechos más ruines que hemos sufrido las enfermeras en lo que llevamos de siglo. Pero no, quizás lo más grave ha sido el clarísimo desprecio que desde algunas empresas gestoras de residencias han venido mostrando por nuestra profesión. Han intentado suplir la falta de enfermeras «muy mal retribuidas» en sus plantillas por auxiliares de enfermería, en el mejor de los casos, que tras un curso exprés supuestamente pueden realizar las funciones de una ‘auxiliar avanzada’. Desde luego, no es cuestión de denigrar la labor del grupo de compañeras auxiliares. Por supuesto, sus funciones son esenciales y necesarias, pero una cosa es eso y otra bien diferente es hacer de enfermera de un día para otro, sobre todo sin serlo. La denunciable acción de la mercantil de residencias expresa inequívocamente lo que entendemos que no es manera de cuidar de personas dependientes con seriedad y profesionalidad, tal y como muchas de estas empresas aseguran que hacen. Preocupa, y mucho, que una empresa haya tenido el ‘error’ de publicar un mal llamado plan de contingencia donde se informa abierta y casualmente transparente de sus intenciones.

Pero a las enfermeras especialistas en geriatría nos preocupa más aquellos casos que ahora mismo se estarán dando en España, y por supuesto en nuestra Región, sin que se sepa y en los que las enfermeras «muy mal retribuidas» estén siendo sustituidas por figuras Frankenstein de las que probablemente, insisto, no conozca de su existencia miles de familiares. Y ello porque no habrán sido informados.

Nos entristece que la pésima gestión de algunas entidades ponga en riesgo no solo las vidas de los mayores, también el prestigio de todo el sector asistencial

Al final, no se equivoquen, no es solo una cuestión de competencias profesionales o de tablas salariales dignas. Nos duele enormemente que desde hace tiempo desde el sector mercantil de las residencias de este país y algunas de esta Región, se intente acusar a la enfermera especialista en geriatría, en maniobras de constante acoso y derribo, de querer extorsionar a los gerentes y directores de algunas entidades al negarse a trabajar para ellos por salarios ofensivos, denigrantes y esclavistas. No solo es una cuestión laboral. Es que de lo que hablamos es de personas mayores y de sus familias. A lo que definitivamente nos referimos es a la calidad de los cuidados que reciben los mayores de las residencias.

Muchos de los que actualmente trabajamos en ellas sabemos de los intentos de mejorar la calidad asistencial por parte de algunos directores; también sabemos de la profesionalidad y vocación de cuidar de las auxiliares de geriatría y enfermería. Por ello, nos entristece enormemente que la pésima gestión de algunas entidades ponga en riesgo no solo las vidas de los mayores que acogen, sin que nadie les haya obligado a ello, también el prestigio de todo un sector asistencial tan denigrado por estas prácticas esclavistas propias de gobiernos y países bananeros.

La Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG) ha estado muy ágil, y, a pesar de estar en pleno mes de vacaciones, no ha dudado en publicar un documento en el que denuncia las malas prácticas de algunas entidades. Se ha sumado el Consejo General de Enfermería, máximo organismo colegial de la enfermería española.

Pero sorprende que no se haya posicionado la Sociedad Española de Geriatría, ni el Gobierno de España, y, lo que es todavía peor, el Gobierno de la Región de Murcia.

¿Es que pretenden dejar que las entidades modifiquen las plantillas exigidas por decretos y conciertos sociales eliminando figuras insustituibles como son el médico y la enfermera?. Hay residencias en esta Región que actualmente no tienen médico, ni suficientes enfermeras, contradiciendo a lo que obliga el anacrónico decreto 69/2005.

En nuestra Región hay enfermeras especialistas de sobra para cubrir plazas laborales, si la Consejería así lo hubiera querido, tanto en la Administración Pública como en el sector privado. La pregunta es por qué nadie hasta ahora se ha tomado la más mínima molestia en conocer qué tipo de cuidados de calidad están recibiendo los mayores y su relación con la escasez de profesionales que faltan de las residencias sólo porque sus gerentes y directores nunca quisieron pagarles como se merecen.

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