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Jutxa Ródenas.

Erre que erre (rock and roll)

Jutxa Ródenas

Respeto, se cuida

Sin la capacidad de agredir o responder a una agresión seguramente no habríamos sobrevivido como especie, pero todo tiene un límite. Hemos pasado de ese arrojo innato como respuesta biológica ante una situación de peligro a derrochar una violencia que ya casi normalizamos en nuestro comportamiento. Como siempre, somos la única especie que tiene que dar la nota justificando estos actos, disfrazándolos de falsa razón con argumentos propios del patán más dañino. Nada hay más lamentable que herir a los que nos cuidan.

Hace unos días presencié un incidente que desgraciadamente no es un caso aislado; el gesto me hizo sentir una infinita sensación de tristeza al ver cómo unas compañeras eran increpadas con una retahíla de insultos fuera de lugar, por el simple hecho de tardar demasiado en informar a unos familiares sobre el estado de un paciente. El pan nuestro de cada día. Y no, no sirve de nada entonar, cómo en su día lo hiciera la grandísima Aretha Franklin un ahogado grito de respeto.

Una profesión como la sanitaria es cien por cien vocacional o no es. Ya os digo yo que el sueldo no justifica un trabajo dónde no sólo estás expuesta a un contagio. Trabajar para cuidar a la humanidad sin ningún tipo de contemplación sobre quién es la persona que tienes entre tus manos con el único fin de sanarla, implica un gran abanico de sentimientos que recibes casi a diario. Gratitud, respeto y reconocimiento sin estar exentos de amenazas, coacciones, abusos, calumnias o injurias que te propina el que menos te lo esperas un día cualquiera, así, sin venir a cuento.

Más de 9.000 ataques a sanitarios sólo el pasado año no se pueden consentir. En realidad ninguna agresión debería jamás estar justificada, pero estas menos que ninguna, y cómo no, las lindezas e improperios suelen ir dirigidos casi siempre a las sanitarias por esa errónea percepción sobre nuestra debilidad. La misma que nos hace tragarnos el insulto o la vejación por tener integrada esa clase de actitud, pensar que va en la nómina.

Fatuo error el de no defenderse por empatizar con quien sabes que si pisa un hospital es porque está viviendo un momento de angustia y preocupación, de dolor o ansiedad. El aumento de la violencia en todos los ámbitos de la sociedad es tremendo, casi cuesta menos lanzar un golpe o insulto que intentar resolver razonando, y eso es jodidamente preocupante. Más aún si el receptor es quien vela por ti y tu salud.

Como casi siempre, la mano la levanta el que anda cargado de incapacidad, maldad o tiranía. El prestidigitador se cree muy valiente en un juego de manos y voces irreparables, y eso no está bonito.

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