La Opinión de Murcia

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J. L. Vidal Coy

Punto de vista

J. L. Vidal Coy

Retablo chusco de las maravillas

Los cambalaches públicos en las alturas son moneda corriente hasta el más bajo nivel de las Administraciones. Así, por mucho que se hinchen la boca algunos celebrando el XL Aniversario, la gente no se cree la autonomía...

Acto del Día de la Región en Caravaca Enrique Soler

Circula estos días por las redes un ‘nuevo’ escudo de la Región en el que cuatro tractores y siete raspas sustituyen a las cuatro torres y siete coronas del oficial. La lectura es simple y obvia, pero no por ello menos real: en la CARM mandan la agroindustria y los ataques al medio ambiente.

Se podrían añadir varios símbolos más para completar la heterodoxia de la insignia. Un lápiz quebrado para simbolizar la situación en la Enseñanza; un fonendo retorcido como un muelle para simular la Sanidad; una silla de ruedas como atropellada por un camión para el estado de las asistencias sociales… En fin, si hubiera sitio cabrían algunos logos más, cada uno representativo de un sector.

Lo chocante es que nada de esto ha figurado prácticamente en las loas y ditirambos (que me perdone Josemari Galiana) que la gran mayoría de políticos, ex políticos, prohombres regionales y gerifaltes en general han dedicado a la celebración de la supuesta madurez autonómica, convenientemente corifeados por casi todos los medios de comunicación. Tan encantados están de haberse conocido que da vergüenza ajena el nivel de criticismo sobre cómo vamos y cómo estamos. Porque a dónde vamos ni siquiera hay que plantearlo: está claro que seguiremos enfangados en las deficiencias sin atisbo de mejora.

Se ha ensalzado repetidamente también estos días el progreso registrado en las cuatro décadas pasadas, sin hacer mucho hincapié en que se ha debido, más o menos, al avance socioeconómico general del país, sin que la situación de Murcia en la clasificación regional haya experimentado la más mínima mejora a la de cuando se ‘consagró’ el Estatuto de Autonomía, reconsagrado el jueves con la medalla de oro al obispo que se saltó la cola de la vacunación.

Si afináramos, se vería el retroceso enorme en los últimos tres años en calidad democrática. No hay más que ver los espectáculos trapaceros y trapisondistas que brindan casi cada día los diputados expulsados de Vox y los tránsfugas de Ciudadanos (con el presidente parlamentario, Alberto Castillo a la cabeza), secundados con ahínco inaudito por el espíritu del defenestrado García Egea encarnado en el presidente López Miras y su cohorte de mercachifles políticos. Lo nunca visto no solo en Murcia, sino en todo el Estado. Por eso, ahora, cuando nos aprestamos a presenciar dentro de un año otro capítulo de la telenovela simiesca con la incorporación directa del Vox oficial a este insoportable retablo chusco de las maravillas, conviene no perder de vista algunas precisiones importantes.

Los cambalaches públicos en las alturas son moneda corriente hasta el más bajo nivel de las Administraciones. Así, por mucho que se hinchen la boca algunos celebrando el XL Aniversario, la gente no se cree la autonomía: lo que se cree es la transa, el favor interesado, el hoy por mí mañana por ti, el ser cliente y tenerlos, cobrar de una manera u otra a cambio de… lo que haiga farta. Los juzgados están llenos de casos mientras ‘ellos’ se refocilan lujuriosamente retroalimentándose procaz y recíprocamente.

Cuando los ciudadanos dieron la espalada a los socialistas, ahogados por sus torpezas, luchas intestinas y corruptelas, llegaron quienes se decían regeneradores. Se han mantenido en el poder desde 1995 con grandes mayorías absolutas aunque poco hicieran por elevar a la Región sobre el lugar que ocupaba entonces, lo que da mucho que pensar sobre la ciudadanía regional.

Pues una cosa está clara. Quien está en el poder es porque gana elecciones. Los votos mandan, incluso en este infausto tiempo de podredumbre que a la gente parece no importarle: las encuestas dicen que habrá más de los mismos con PP y Vox (tanto monta, monta tanto) a la cabeza tras las próximas elecciones. Es lo que hay y ahí lo dejo.

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