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Amber Heard y Johnny Depp

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Amber y Johnny: cambiemos la narrativa del poder

Ella hecho algo inédito en estos albores del siglo XXI, que se vincula a esa revolución sin precedente que fue el fenómeno del Metoo: denunciar a un hombre, su exesposo, protegido por su status de actor original y atractivo

Sí, parece un vulgar culebrón. Sí, todo parece tan increíblemente hortera y sucio que da asco acercarse…Estamos de acuerdo. Sí, como dijo hace muchos años el escritor Scott Fitzgerald, los ricos, o los famosos, en este caso, probablemente también ricos, son diferentes. Pero cuando una mujer de treinta y pocos años parece físicamente tener casi sesenta, cuando habla de violencia doméstica, de amenazas explicitas que parecen sacadas de una película de terror y de violación, en un juicio, pero lo que recibe de modo mayoritario por parte de los medios, son bromas y burlas de mal gusto, algo debería de remover la conciencia de la gente, de la gente con conciencia.

El problema es el peso de la narrativa, narrativa tradicional o narrativa patriarcal, como queramos calificarla. Hay una vieja canción americana de 1904 que se llama Frankie and Johnny; en ella, y por primera vez, se reflejaba un hecho inédito, y que llamó mucho la atención en el alba de nuestro viejo siglo veinte: una mujer llamada Frankie asesinó de un tiro a un hombre, su amante, Johnny, que le había sido infiel o que había decidido dejarla. No era normal que las mujeres matasen a sus parejas; por entonces, esto era de una novedad desopilante. Obviamente, ella acabó en una institución mental o fue ejecutada: todo eso era entonces muy moderno. Lo tradicional, claro, era que la mujer, como una mula, aguantase todos los palos que quisiesen darle, y a veces, también la muerte, a manos de su pareja.

Amber ha hecho algo igual de inédito en estos albores del siglo XXI y que se vincula a esa revolución sin precedente, que fue el fenómeno del Metoo: denunciar a un hombre, su exesposo, protegido por su status de actor original y atractivo. Ese hombre la ha llevado a juicio precisamente por eso, y en medio del silencio, silencio culpable, parece, de todas las famosas parejas femeninas que han antecedido a Amber y que no han dicho mucho para defenderle, ni tampoco para acusarle (¿el que calla otorga?) esta mujer se enfrenta en consecuencia a un escarnio público.

Cuando un hombre se casa con una chica a la que le lleva veintitrés años, y es mucho más famoso y poderoso que ella, se supone que ella tiene que estar preparada para ejercer la docilidad de los corderos. En el caso contrario, y al igual que en el cuento de Barba Azul, si por desgracia la joven esposa encuentra el cuarto oscuro donde están los cadáveres de las anteriores mujeres (o relaciones), es decir, la realidad secreta del Sr. de Winter, se le exigirá el silencio más total o bien la muerte. Pero con Amber hubo un error de casting, era rubia y guapa, pero no rubitonta y no ha aceptado su papel de víctima propiciatoria.

Ahora, sin embargo, las cosas vuelven a intentar enderezarse en términos del patriarcado, y para que eso ocurra, se le castiga a ella, mediáticamente, por los actos de él, que es necesario refutar a toda costa. 

En definitiva, rompamos con el apoyo social a hombres que abusan de sus esposas, de sus mujeres y , de una vez por todas, cambiemos la narrativa del poder por un relato igualitario. Todos saldremos beneficiados, excepto Johnny.

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