Hoy, que parece que el cuerpo pide salsa al compás de los pitos de los sardineros, y tras habernos amorcillado y amichironado, estos días en las barracas huertanas, con el deseo de volver a una normalidad, también en estas materias de desmadre festivo, me dispongo, porque el cuerpo me lo pide, a hablar de las redes sociales, su uso y su desuso.

Sabido es que los jóvenes ya no pueden vivir ni tampoco algunos mayores, sin contar toda su vida por las redes sociales. No sé, si se van de viaje, se compran ropa (diminuta) o van de fiesta, solo para colocarlo en Facebook, Instagram o Twitter. O porque lo disfrutan realmente. Claro que, mucha culpa de eso la tienen los youtubers (personas que comparten vídeos atractivos, haciendo alguna actividad) y los influencers (los que expresan sus opiniones sobre un tema concreto, ejerciendo influencia sobre los demás), que se postulan día a día (qué digo, hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo) a través de sus conexiones en directo para mostrar su manera de vivir. Por cierto, que nunca he visto a alguno de ellos, ellas (va por ti, Sánchez) estudiando o leyendo. Mejor es verlos bailando o con poses más o menos sensuales, para que el público, sobre todo el masculino, se vuelva loco por acceder a esa página muestra todo.

Pero como sucede en la moda más ‘in’ o más ‘pret a porter’, las redes sociales también tienen su ránquin particular, subiendo o bajando, cual Bolsa de Wall Street. Así, en los últimos tiempos parece ser, según las encuestas (y no del CIS, porque ya se sabe quién ganará), que Facebook baja y WhatsApp sube como la espuma. En tercer lugar, se encuentra Instagram sobrepasando, gracias a los más jóvenes, a Twitteer, que es la que llevaba más tasa de abandono, aunque últimamente va remontando vuelo. El WhatsApp es la red transversal por excelencia. O lo que es lo mismo, es la preferida por todos los usuarios independientemente de su edad. No obstante, Facebook, YouTube, Instagram y Linkedin es más para adultos, en tanto que los adolescentes se apuntan a otros usos poco habituales para la gente de cierta edad, como Sib Twitch, Telegram 21 Buttons o Tumbir (qué, les suena a chino como a mí, pues por eso ya no somos adolescentes).

Y, siguiendo con encuestas, parece ser que la edad de los usuarios por excelencia de las redes sociales es la comprendida entre los 16 y los 30 años. A continuación, van los de 30 a 45 años. Las mujeres y los jóvenes utilizan las redes sociales más que los hombres, aproximadamente una hora al día como mínimo.

Las redes sociales no son un problema si usted es mayorcito. El problema nace cuando se es menor de edad y dedican más de tres horas diarias a conectarse a las mismas. Para lo cual, los expertos en esta materia aconsejan a los adultos con menores a su cargo que se les enseñe a diferenciar entre el mundo real y el virtual; que se revise periódicamente la configuración de seguridad y privacidad; y, que se marquen reglas y pautas para el uso de estas redes, a la vez tan tentadoras como peligrosas, pues no se tiene aún claro cómo funciona esto de vivir con el sudor de tu frente. De esta manera, se evitará, dicen los expertos, que nuestros menores sufran ‘ciberbullying’ (acoso entre menores) o,“’sexting’ (intercambio de fotografías o videos eróticos) o ‘grooming’ (un mayor se gana la confianza del menor, con fines sexuales).

Así que, las redes sociales tienen sus riesgos por su fácil acceso que pueden generar aislamiento, además de prácticas no recomendables, y sobre todo engaño de todo tipo. Pero también tienen sus ventajas, como es la socialización entre personas y la obtención de todo tipo de información. Y dicho esto, me dispongo a abandonar mi conexión a Internet, para exprimir un buen libro, que también tiene su aquél.