La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Nos queda la palabra

Llueve

Nunca pensé conjugar el verbo llover en Murcia, pero ahora da juego. En cualquier caso, noticia es que un hombre muerda a un perro, más en una tierra en la que siempre busca la sombra.

Los tiempos están locos, aunque haya locos de otros tiempos que lo nieguen.

Siempre pidiendo el oro líquido y ahora que nos cae del cielo algunos urbanitas lo consideran plomo.

No descarten que, tal y como está la cosa, acaso aquellos para los que llueve billetes para su cartera lo consideren calderilla.

Incluso los poetas, que esta semana han celebrado su día, ya no sólo no miran la lluvia tras los cristales sino que se han volcado en la opaca prosa.

El que se lo ha tomado a guasa es el de la avioneta, que ha decidido volar bajo ante los altos precios del gasoil.

Frente a los desnortados, luego estamos los del norte. Alumbrados por la luminosidad del recuerdo de las calles mojadas. La misma que Víctor Jara cantaba, con la lluvia en el pelo, en su oda a Amanda.

Días para disfrutar del tintinar del agua sobre el techo del autobús urbano o del tractor, que surcan el devenir con renglones torcidos.

Y, en otros paréntesis, ya en tu casa, la imaginación vuela con puntos suspensivos hacia tu primer recreo sin patio, tras la clase de lengua… al impermeable que logró enamorar a tu eterno amor platónico… a las mañanas con almuerzo, torreznos y chorizo de la olla, al no poder pisar el terreno… al abrazo de tu madre para cubrirte de la tormenta… al pequeño paraguas junto al cielo de tu chica… a la carrera que te llevaba tu padre para escapar de la piedra… a la mesa camilla y al julepe con tus abuelos… al sofá y al libro y a la chimenea… al estreno de las botas nuevas de tu hijo que acaba de estrenar el camino que, charco tras charco, le conducirá al mar, donde hoy, cubiertos, descansan nuestros antepasados.

A la vida, que nos lleva. Y que nos llueva.

Compartir el artículo

stats