"Te lo dije" es la frase que más odiamos oír y la que, por cariño, intentamos evitar decir y más nos cuesta callar. Casandra, hija de Príamo, rey de Troya, rondándola Apolo le dio el don de la adivinación pero como Casandra no se avino a lo que el dios quería la condenó a que no la creyeran. Casandra pasó toda la guerra de Troya, desde que llegó Helena, prediciendo la caída de la ciudad en plan agorera y ni caso. Homero no recoge el inevitable momento de «te lo dije», que Casandra le diría a su padre, seguramente porque Príamo, en medio del incendio de Troya, le estaría diciendo eso tan manido de «ya, ya lo sé, nena, lo dijiste pero es que ahora no, que no tengo tiempo».

Las profecías las carga el diablo de la incertidumbre. Cuando te lanzas a aventurar algo que pueda suceder en el futuro te arriesgas a que el porvenir te enmiende la plana. Sin embargo, en estos días se han hecho carne dos profecías que rondaban el porvenir de manera tan certera que eran un por llegar, a falta de saber la hora.

La primera es que el AVE tardará media hora más de lo planeado. Algunos han puesto el grito en el cielo y se han rasgado las vestiduras clamando que estamos en una isla ferroviaria sin recordar ni contar, en su sacrosanta indignación, que fueron sus padres políticos, puesto que los plañideros son cargos del PP, quienes decidieron, en reunión con Bono y Zaplana, que el AVE pasara por Alicante en lugar de venir por donde venían los Altaria de toda la vida.

¿La otra? ALDI le está pidiendo explicaciones a sus proveedores murcianos y su posición en el entuerto del Mar Menor. Ya tronaba de lejos esa tormenta con peticiones de distribuidores de que se borrara el origen específico y se pusiera uno genérico, España. Ahora los agricultores que cumplieron la legalidad lloran como temerosas troyanas con los aqueos a las puertas mientras que el ejecutivo murciano, circunspecto Príamo, dice que hablará con los alemanes y que cada palo aguante su vela. Los que no la cumplieron también hacen como que lloran, a ver si los confunden con lastimeras.

Quienes observamos este espectáculo nos preguntamos que si la marca Murcia era tan importante para sus productos, cómo no se lanzaron a protegerla desde el principio haciendo que todos, incluso el vecino, cumplieran la legalidad. Ese silencio cómplice suele suceder por un equivocado sentido de corporativismo que, en realidad, es permitir contra uno mismo la cosa tonta de una competencia desleal.

Ahora toca hacer expurgo rápido, que se vea que no tenemos nada que ver con el escandaloso documental con el que la televisión alemana nos ha puesto en la picota, que es por lo que ALDI pregunta y otros preguntarán.

Hay una tercera profecía. Parece que viene una sexta ola. A ver cómo nos portamos, que luego vendrán los llantos y las casandras a decirnos «te lo dije».